Luego de los debates internos que están desarrollando presidentes de América Latina, están encontrando divergencias en tomar una decisión de aumentar los salarios mínimos a los trabajadores informales y formales. Los informales ocupan el 65% en casi toda Latinoamérica. Estos salarios están causando desmotivación a los trabajadores que buscan primero satisfacer sus necesidades básicas; segundo, tratan de educarse, comprar medicinas, vestimenta y compartir con el núcleo familiar, y es imposible hacerlo.

Los criterios de la mayoría de los gobernantes es aumentar estos salarios o remuneraciones mínimas, lo cual no es correcto, trae nefastos resultados como incremento de precios de los productos especialmente de primera necesidad. Un aumento salarial, irresponsablemente los gobernantes lo aplican de manera demagógica, especialmente en épocas de campañas políticas. Es craso error económico, los incrementos de salarios en América Latina son simples referencias, los trabajadores mantienen incongruencias de satisfacción de sus necesidades básicas, dado que los países y sus fuerzas laborales directas perciben salarios en dólares que les representan problemas internos para la adquisición de bienes y servicios; ejemplo de una proyección para el cierre del año 2018, tendríamos a los países: Argentina, $ 544; Bolivia, $ 262; Brasil $ 325; Colombia, $ 265; Cuba, $ 23; Chile, $ 456; Ecuador $ 391; México, $ 139; Panamá, $ 744; Perú, $ 255; Venezuela, $ 18.

Estas RMV (remuneraciones mínimas vitales) como sueldos y salarios, si se las revisa aumentándolas de manera irresponsable, tendríamos serias consecuencias en los mercados de cada uno de estos países, trayendo como resultados: aumento de salarios = incremento de precios en productos = aumento de costos de producción = baja demanda de los productos = bajas en las ventas = pérdidas en las empresas = despidos de trabajadores de manera masiva.

Los empresarios deben mantener el número de trabajadores que les ha rendido la producción en los períodos analizados. Por lo tanto, no son convenientes estos aumentos de salarios, pues estos tienen nefastos resultados. La solución es la creación de un departamento o ministerio adscrito al Ministerio de Finanzas o de Comercio, para que exista control de los precios de los productos y de los empresarios, en los precios establecidos; conforme lo hacía el Ministerio de Salud donde se fijaban precios a las medicinas de uso humano (tarea de economía para el economista Otto Sonnenholzner, vicepresidente del país. Estos controles beneficiarían a los usuarios o consumidores. Opino que estos organismos paliarán la obtención de la canasta familiar básica para la ciudadanía, para que no la perjudiquen empresarios corruptos y vendedores que no acatan disposiciones de precios; y se conminaría a una cultura de precios.(O)

José Arrobo Reyes,

economista, Guayaquil