Diciembre, el mes que toca el corazón de las personas. Cada año llega cargado de recuerdos y alegrías. El mundo se ha iluminado de vistosos colores, se renueva la esperanza de mejores días. Los hogares se han vestido de Navidad, periodo que recoge en el alma las ráfagas de los recuerdos que nos permiten extender la mirada sobre el camino recorrido

Diciembre, el mes de los abrazos, del reencuentro y de las añoranzas; anuncia la llegada de un nuevo año a veces con sabor a nostalgias, recordando memorias cargadas de sonrisas o también de penas por el amasar del sustento familiar, tratando de mantener vivo un ideal con sed de descanso de la crisis vivida. Anhelamos un mejor año.

Diciembre, el mes de las alegrías, se confunden con voces que no tienen respuestas y con miradas hechizadas de deseos inalcanzables; con ojos de niños que dirigen ansiedades a las fantasías de luces y colores desnudos de espiritualidad.

Diciembre, el mes de fiesta, de recuerdos infantiles que se pierden con el caminar de los años sin retorno; es el celebrar por lo que se logró lo que ya pasó, y brindar por lo que vendrá.(O)

Matilde Altamirano Silva,

licenciada en Bibliotecología, Quito