Es lamentable lo que ha ocurrido con la exasambleísta y exvicepresidenta de la República María Alejandra Vicuña Muñoz, quien junto a su padre, economista Leonardo Vicuña Izquierdo, exvicerrector de la Universidad de Guayaquil, formaban parte del Movimiento Bolivariano Alfarista aliado del gobierno del expresidente Rafael Correa Delgado, y últimamente del gobierno de Lenín Moreno Garcés.

Los hechos de dominio público llevaron a que la exvicepresidenta presentara la renuncia al cargo que desempeñó desde octubre de 2017, de forma interina, cuando el exvicepresidente Jorge Glas fue sentenciado a reclusión por asociación ilícita en el caso Odebrecht, y desde enero de 2018 propuesta por el actual presidente Moreno fue elegida por la Asamblea Nacional y posesionada el 6 de enero de 2018. Es oportuno recordar para el conocimiento de las presentes y futuras generaciones, especialmente de los hoy entusiastas políticos de nuestro país, el mensaje del patriota y poeta guayaquileño José Joaquín de Olmedo y Maruri, enviado a Vicente Rocafuerte Bejarano, primer ecuatoriano elegido presidente de la República del Ecuador (1835-1839) en el marco de la Convención de Ambato el 8 de agosto de 1835. “El poder público no es una propiedad que se adquiere, no es un fuero, no es un premio que la nación concede; es una carga honrosa y grave, es una confianza grande y terrible que lleva consigo grandes y terribles obligaciones. El ciudadano investido del poder no tiene más derecho ni más prerrogativas que las de tener mayores facultades para el bien, y la de ser el primero en marchar por la estrecha senda de las leyes; ni debe proponerse otra recompensa, que la esperanza de merecer un día, por su moderación, por su constancia, por su cordial sumisión a las leyes, el amor de sus conciudadanos y la gratitud de la patria”.(O)

Francisco Medina Manrique,

licenciado, periodista; Guayaquil