La intranquilidad, la zozobra, se vive a diario en el entorno de las caletas pesqueras de Santa Elena.

El temor se apodera de los pescadores al salir a sus faenas a aventurarse en alta mar. Es un gran dilema salir y con mala suerte ser presa fácil de los piratas que están al asecho para robarles los motores, los aparejos de la pesca..., en varios casos causando la muerte de los tripulantes.

Casos insólitos denunciados son que del mismo atracadero de botes de la comuna Palmar, ubicada en el estero de esa población, sacan la embarcación de ese brazo de mar a una escollera cercana para desmantelar y llevarse el motor. Lo lamentable es que nadie ve nada. Todo es un manto de misterio.

Esta área del estero cuenta con una cámara del sistema Ojo de águila.

Acceder a verificar la grabación de la cámara conlleva un proceso burocrático que daría lugar a poner más ventajas a los atracadores.

Lo más triste del caso es denunciar el hecho y que todo quede en papeles, de ahí no pasa, reposa el robo solo en trámite sin avanzar, y solo se recibe repuesta como esta: “No podemos hacer nada, la banda que opera en la península de Santa Elena es más poderosa que nuestro accionar”. Increíble pero cierto.

¿A dónde va Santa Elena con esta clase de repuesta del organismo que salvaguarda el orden?

¿En qué se ha convertido nuestra región?, ¿en refugio de bandas poderosas que controlan todo?

Por favor señores de la Gobernación y de entes encargados de mantener el orden en la Península, no más muertes, no queden los delitos en la impunidad. La ciudadanía está convulsionada, añora la paz.

No queremos delincuencia, robos, alguien tiene que controlar, los policías, o los militares, etcétera.(O)

Evelio Reyes,

Santa Elena