En los medios de comunicación de Guayaquil he advertido una campaña beneficiosa por dotar de vida al centro de la ciudad, que según los reportes periodísticos permanece desolado en las noches. Se trata de una iniciativa muy loable que merece el apoyo de las autoridades locales y de la ciudadanía toda.

Lamentablemente no todo lo que se afirma es cierto. No existe siempre quietud, paz y tranquilidad en el centro de Guayaquil, en las noches. A los escándalos, robos y balaceras que se registran en los feriados, en la zona del Malecón bandas y tecnología ultraruidosa, juegos pirotécnicos, sin mediar fiestas cívicas, desfiles sin explicación alguna. Y lo que es más, un aterrador circuito de motos; todos los jueves a partir de las once de la noche un centenar de motociclistas con máquinas poderosas y sus escapes libres, se toma la calle del Malecón como vía principal para producir un ruido aterrador, sin respeto por las personas que viven en el improvisado circuito que va desde la altura del Malecón a la calle Loja, vira hacia el sur por alguna vía adyacente hasta la avenida Olmedo, y vuelve por la calle del Malecón. Todo el barullo infernal dura hasta las 12 de la noche.

¿Tiene conocimiento la ATM (Autoridad de Tránsito Municipal) de este atentado contra la convivencia pacífica de los que vivimos en el centro de Guayaquil? Si la respuesta es negativa, ¿por qué no ha intervenido la autoridad de tránsito para detener esta práctica infernal que no es nueva? Si existe una ordenanza contra el ruido, ¿qué espera el Municipio de Guayaquil para aplicar la ley contra esta monstruosa ofensa contra la paz ciudadana? Invito a los agentes de la Autoridad de Tránsito Municipal y a los personeros de la oficina municipal de Justicia y Vigilancia que acudan –y no den avisos previos por la prensa– al sector del Malecón los jueves a las once de la noche para ser testigos del atropello que sufrimos en la zona céntrica de Guayaquil.

Ricardo Vasconcellos Rosado, periodista y abogado, Guayaquil (O)