La burocracia universitaria por sus campos de acción es diferente a la de los ministerios, gobiernos locales y de cualquier otra institución pública. ¿Por qué? Por las actividades propias (administrativas y académicas) y por el momento vivido a partir de una intervención gubernamental altamente cuestionada. Respecto al momento sería un antes y después.

Respecto a la burocracia administrativa instalada a partir de la intervención, la anterior administración lejos del acierto y la eficacia resultó mejor en calidad técnica y calidez; prueba de negligencia inhumana es la falta de pago a profesores contratados ahora despedidos por el inri de ser maestros honorarios, que al momento llega la mora de un semestre de actividades, y en algunos casos retraso del pago de cursos lectivos anteriores. Igual sucede en lo académico con los concursos de merecimiento para profesores, de los cuales se han realizados dos y todavía no llenan todos los espacios dejados por la abrupta decisión de separar a cientos de profesores sin haber tomado las precauciones para cubrir esas plazas, produciendo improvisación. Otro de los absurdos académicos son la formulación de Syllabus y su plan analítico que hasta el momento registramos siete sin ningún cambio sustancial, irrespetando la tradición y experiencia de nuestra universidad, donde sí existen planes y programas de cada una de las asignaturas, analizados y revisados constantemente, que toman en consideración el perfil profesional en función de las reales necesidades del país; el seguimiento diario, avalado por la firma del docente y de tres estudiantes. Todo esto reforzado por la visita de comisiones evaluadores de la facultad y del vicerrectorado de formación académica y profesional. No se escapan de burocratización los temas de exámenes parciales, finales y de recuperación. Igual sucede con los portafolios que son el compendio de los Syllabus, de exámenes buenos, regulares y malos, y una serie de documentos sin valor académico que nadie revisa. También habría que analizar la fórmula creada para el sistema de calificación sin consulta a catedráticos, peor a alumnos.(0)

Osvaldo Yépez Plascencio, ingeniero civil, Guayaquil