Lamentablemente, en nuestro país se han incrementado los delitos de robo con muerte, lo que se llama robo agravado, violación con muerte u otros análogos en que además de atentar contra la propiedad o la libertad sexual también se atenta contra la vida, es decir, capaces de todo delito; lo que ha ocasionado un espiral inflacionario sin precedentes. En este último aspecto se impone la aceptación por parte de la colectividad de la necesidad de adecuar la conducta de sus miembros a un conjunto de prescripciones sobre aquellos que las transgredan, y que las penas guarden proporción con el delito cometido. En este ámbito, aunque el centro del problema no puede ser erradicado, sería loable una reforma legal que permita la acumulación de penas cuando concurran ciertas condiciones en el autor del acto delictuoso o en la víctima, por ejemplo, abuso de menores de cierta edad; esencial para la convivencia pacífica en nuestro país y obtener un efecto intimidatorio respecto a determinadas categorías de delincuentes que irrumpen en la sociedad sin ningún reparo de índole moral, causando daños de incalculables consecuencias.(O)

Álex León Ramírez, abogado, Guayaquil

Cuando se comience a formar una nueva sociedad nutrida de valores morales éticos (de la época), cívicos, sociales, espirituales y religiosos. Y cuando, específicamente, se haga tener conciencia del valor de la vida en general haciendo que se entronicen el orden, la puntualidad, la disciplina, la honestidad y el respeto que son los que apuntalan la responsabilidad de una persona, se podrá frenar la violación, el secuestro, el robo, el crimen y los delitos en general, tales como la corrupción y sus tentáculos. Indudablemente que se deberán complementar con el incremento de fuentes de trabajo y la invalorable ayuda desde los hogares, escuelas y colegios, con la enseñanza mediante el ejemplo y la aplicación en el diario vivir, del archivado Manual de Urbanidad y Cívica de Carreño; para que a futuro cuente el país todo con autoridades y profesionales honestos a carta cabal, con ciudadanos respetuosos y responsables, con verdaderos maestros que capaciten, eduquen y hagan de la enseñanza un apostolado; y de esta manera existan reales garantías de un buen vivir en nuestro querido Ecuador. Sabemos que la tarea es dura, por algo hay que principiar y todos debemos involucrarnos para sembrar conocimiento y educación en la mente y conciencia de nuestros hijos, y cosechar más tarde los mejores hombres que dirijan la patria.(O)

José Ortoneda Sánchez, Bahía de Caráquez, Manabí