Otro mortal accidente sucedió en la carretera fatal que es la Santo Domingo-Quevedo-Ventanas-Babahoyo, es parte del nexo vial entre Quito, la capital del Ecuador, y Guayaquil, el puerto principal. En un mundo ideal, las dos ciudades deberían estar enlazadas por una autovía de cuatro carriles, aunque tan solo existen autovías en las vías Quito-Ibarra (150 kilómetros al norte) y Quito-Ambato (150 kilómetros al sur), y aparte algunos trayectos dentro de la provincia del Guayas, la vía Guayaquil-Santa Elena y la vía Manta-Portoviejo, en la provincia de Manabí.

Alrededor de siete muertos, quemados por la explosión provocada por el terrible choque entre tres vehículos. Como siempre, estuvieron involucrados vehículos pesados de transporte de pasajeros o superpesados que se movilizan en esta vía muy estrecha, y está igualita que en los años noventa. Más allá de las investigaciones y las culpas –rutinas del diario acontecer ecuatoriano– la vía seguirá así al parecer.

El otro día pedía por una de las redes sociales que repararan unas alcantarillas destruidas, trampas para los caminantes de Guayaquil, pero hasta el día de hoy permanecen abiertas y llenas de basura, y nadie se hace cargo, no hay oídos, no les interesa nada.

Y así seguimos con mil problemas más, tan solo medio se discute, para las autoridades esto no es nada. Y seguirá habiendo desastrosos accidentes de tránsito, decenas de muertos y miles de lesionados en las carreteras, calles; seguiremos cayendo por los huecos que tenemos en nuestras ciudades donde los parques se cuentan por centímetros. (O)

Roberto Francisco Castro Vizueta, Guayaquil