La expresión la escuché en la intervención de Tina Zerega, vicerrectora de la Universidad Casa Grande, el reciente martes 20 de noviembre, en su intervención, por los 25 años de esa Universidad, evidencia de que la calidad educativa se alcanza por la calidad de sus actores, inspiradores, maestros y alumnos que asumen la cuasi magia de su formación.

Francisco Huerta Montalvo, presidente de la Junta Consultiva de la Universidad, hizo mención que esta podría tener la imagen de un “matriarcado”, por su gran forjadora, Marcia Gilbert Baquerizo de Babra; por Mónica Herrera, iniciadora en Chile de esta especie de Casa de Estudios Superiores; por Audelia High de Chiriboga, su actual rectora, por quienes las acompañan en funciones directivas y en la docencia, además de colaboradores de valía, como el propio Pancho Huerta.

¿Qué significa “ventaneras”?

El diccionario de la Real Academia recoge los dos sentidos.

Uno despreciativo, para las mujeres supuestamente ociosas, que pasan en la ventana, físicamente o en forma figurada, porque quieren enterarse de todo, y/o para ser vistas y admiradas, descuidando las tareas del hogar. –Serían las del refrán “mujer ventanera, poco costurera”–. Atrás de este significado está la falsa moral que persigue que la mujer sea condenada a estar oculta, por supuesto recato.

El otro significado de mujer “ventanera” es para la que se supera. Rompe el esquema de estar condenada y limitada al claustro del hogar. Nunca más la mujer subalterna debe ser la consigna.

En este segundo sentido, con los años se multiplican las mujeres; y, cuánto bien esto ha significado para el Ecuador y para el mundo.

Las maestras

Fueron vanguardia en la formación de niños y jóvenes, para su incorporación a la vida adulta.

La Revolución Liberal Radical, con gran visión, a inicios del siglo XX impulsó los Normales, semilleros laicos de educadores para su formación.

Trabajé en educación primaria en los años sesenta. Las del Normal Rita Lecumberri eran un lujo de maestras. Otros planteles fiscales laicos femeninos de excelencia fueron el Colegio Nacional Guayaquil y el Dolores Sucre.

En la sesión de la Universidad Casa Grande, Marcia Gilbert de Babra trajo el recuerdo de una maestra fallecida semanas atrás, Lolita Baquerizo Valenzuela, que pasó los 100 años de vida.

Era 1951, Carlos Guevara Moreno fue electo alcalde de Guayaquil en forma arrolladora, tiempo inicial de gloria de CFP –Concentración de Fuerzas Populares–, Lolita era rectora del Colegio Municipal Profesional de Señoritas –que luego se dividió en el Colegio Amarilis Fuentes Alcívar –bachilleres contadoras y secretarias tituladas – y Ana Paredes de Alfaro –manualidades femeninas–. Guevara separó a Lolita y junto a ella renunciaron varias maestras. La decisión de Lolita –y sus compañeras– fue crear un colegio privado femenino que llevó su nombre –el Dolores Baquerizo– que por más de dos décadas fue un ícono de calidad en la formación de señoritas, en las carreras de contabilidad y secretariado.

Una mención especial quiero hacer de la doctora Mercedes Álvarez de Hernández. Posterior a los hechos del 29 de mayo de 1969 –cuando el pedido de libre ingreso a la Universidad de Guayaquil precipitó hechos de violencia– pasaban los meses y no se estabilizaba la Universidad. En enero de 1970, por ser la decana más antigua, a Meche Álvarez le tocó encargarse del Rectorado, ejercicio que lo cumplió hasta el mes de abril de ese año. En tres meses organizó el arranque del año lectivo 1970-1971, regresando el orden a la Universidad. Excelente docente, siempre colaboradora, la tuve próxima cuando ejercí el Rectorado (1994-2004).

En agosto del 2018 falleció Meche Álvarez. Ni una nota de la Universidad. Parte por desconocer la historia de la Universidad, parte por miseria humana. Como que ambas son muy vinculadas.

Y regresamos a la Universidad

La Casa Grande es universidad particular. Admiro en esta la franqueza para los temas que asume.

No es universidad de cobardías ni temores. Escuché de la vicerrectora Tina Zerega, algo como ¿por qué lo fácil, si lo difícil es el desafío?

Una frase de Alfaro fue “La hora más oscura, es la más próxima a la aurora”, Pero, en lo social, no hay que sólo esperar la aurora, sino hacer méritos para vivirla.

Los seres humanos –como individuos o en colectivos– que solo aspiran cosechar, son carentes de méritos; los que laboran para sembrar sí tienen méritos, aun cuando el tiempo o las circunstancias no les permitan cosechar. Justo éxito, si cosechan lo sembrado.

No hay que olvidar el pasado, rico referente de vivencias y experiencias, pero no hay que anclarse en el ayer. Estamos para en el presente forjar el mañana.

Cuánta pena dan los quejosos que no asumen desafíos.

¿Qué Universidades necesitamos?

¿Qué docentes merecen ser considerados maestros?, ¿qué seres humanos deben formar?

Yo no creo en universidades de docentes sólo acumuladores de títulos, con estudiantes solo alumnos, sean “comelibros” o “pasa años”.

Coincido con los grandes maestros que por siglos las han forjado. Las universidades en su diversidad deben ser militantes.

EL UNIVERSO, en su portada impresa, el reciente jueves 22 de noviembre, nos recordaba al científico español Santiago Ramón y Cajal, con su pensamiento: “¿No tienes enemigos?, ¿cómo que no?, ¿es que jamás dijiste la verdad?, ¿ni jamás amaste la justicia?

No es Universidad aquella en que sus actores no se rebelan ante la injusticia o la falta de verdad. (O)