¿Por qué no previeron las autoridades la caída en el precio del petróleo, o es que inflaron el precio en la proforma?

Ni lo uno ni lo otro. El precio de USD59 el barril era perfectamente razonable en octubre. La caída no la previeron ni los bancos de inversión.

Desde mediados de 2016, sostenemos que el petróleo fluctuaría dentro de un rango, entre USD35 y USD52 para la mezcla nacional de crudos. El motivo: el crudo no convencional, que se explota sobre todo en EE.UU., es muy susceptible al cambio de precios: un precio por debajo de ese rango llevaría al cierre de esas operaciones, con lo que caería la oferta y se recuperaría el precio. En cambio, sobre ese rango, dicha industria sería muy rentable y aumentaría la producción, causando una caída en el precio.

El petróleo rompió el techo del rango cuando el presidente Trump denunció que Irán no cumplía con el acuerdo de no proliferación nuclear y que impondría sanciones a las empresas y países que compren crudo iraní. Ante ese anuncio, los fondos de inversión que especulan con el precio de futuro del petróleo apostaron a una fuerte alza. En 2018, Ecuador gozó de un precio excelente, USD62 en enero-octubre, muy por encima del rango previsto.

Pero en noviembre, de manera repentina, Trump anuncia que temporalmente suspende sanciones a una serie de países que habían dejado de comprar crudo a Irán, y que ahora le podrán volver a comprar. El voluble presidente estadounidense habría cambiado de prioridad: ya no es sancionar a Irán sino bajar el precio del petróleo.

Los fondos de inversión se salieron de los contratos de futuros a precios altos, y el precio retornó al rango. El crudo nacional debe estar en unos USD52 (ayuda que con este gobierno se ha reducido en USD3 por barril el diferencial de precio con el crudo marcador).

Para evitar que caiga más el precio sería de esperar que la OPEP liderada por Arabia Saudita acuerde una reducción de la producción. La OPEP se reúne en diciembre 6 y debería acordar sacar 1,2 millones de barriles diarios del mercado. Pero hay dudas de que lo hagan, porque Arabia Saudita tiene otro problema.

En octubre 2, Jamal Khassoggi, periodista saudita residente en Washington y columnista del Washington Post, fue asesinado en el consulado saudí en Estambul cuando realizaba un trámite. La CIA concluye que el asesinato lo ordenó el príncipe heredero de Arabia Saudí, quien gobierna en nombre de su anciano padre. Lo cual ordinariamente daría lugar a que EE.UU. imponga sanciones al reino por flagrante violación de los derechos humanos, peor de un residente en EE.UU. Pero el presidente Trump juega con la información, y los saudíes llegan a la conclusión que si mantienen bajo el precio, Trump no los inculpará. “Quizá el príncipe supo… quizá no”, dice el presidente estadounidense.

Por lo que se teme que el petróleo siga cayendo. Esto llevaría al cierre de las operadoras de crudo no convencional de EE.UU., con lo que caería la oferta y comenzaría un nuevo ciclo de alza de precios. Es un sube y baja, que nos mantiene en sobresalto. (O)