El pueblo del Ecuador observa con estupor los vericuetos que se inventan ciertos asambleístas para blindarse a sí mismos y para blindar a sus coidearios. Unos proponen cantidad de votos casi inalcanzables, otros aluden la inexistencia de codificación para sancionar. Unos porque saben que les puede alcanzar la misma situación de descalificación por encontrarse inmersos en los mismos actos de corrupción (cobro de diezmos...), otros porque confunden el concepto de solidaridad (los de la codificación) con los de incondicionalidad. No hay voces en la Asamblea que defiendan con altura la moral y la ética: no sé si no la tienen o les importa un bledo.

Para ocupar un puesto de representación popular se debería escoger a personas que tengan en alto estos conceptos. No es moral ni ético solicitar contribuciones ilegales, ni tratar de torcer con sobornos unos testimonios. Solo por estos dos hechos, asambleístas que incurrieren en estas faltas de moral y ética deberían ser destituidos sin importar la codificación. También debería destituirse a aquellos que creyéndose superiores a la opinión popular hacen defensa irracional de esos hechos.

José M. Jalil Haas, ingeniero químico, Quito