Con el esquema básico en mente, para el desarrollo de este artículo de prensa, se me ocurrió investigar en internet lo que se ha escrito sobre el tema seleccionado y me llamó la atención la diversidad de enfoques desde los cuales se ha trabajado.

Finalmente me pareció obvio el resultado, porque hay una indefinición en la pregunta y sería necesario aclararlo preguntando ¿cuál frente interno se propone reforzar?

Así que tengo que comenzar por explicar que el frente interno al que me quiero referir no es el de una vivienda ni el de un gabinete de gobierno, ni cosa por el estilo.

Quiero referirme a la fortaleza que debe propiciarse para que toda familia pueda ser preservada de deterioro y ruina, no solamente en beneficio de sus integrantes, sino de la colectividad en la que está integrada.

Ya lo sabemos y creo que no necesita demostración: una familia saludable, bien estructurada, funcional y positiva irradia ejemplos que constituyen fuentes de referencia, demuestra estabilidad y seguridad, sirve de apoyo y estimula positivamente a muchas otras, cercanas o lejanas.

Padres bien avenidos, integrantes de una pareja solidaria, promotora y formadora, en la que sus hijos, los hermanos “sean unidos, porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera. En cualquier tiempo que sea. Porque si entre ellos pelean, los devoran los de afuera”, como alecciona el argentino José Hernández en su poema Martín Fierro.

Esa impronta en la prole fortalece las familias, mantienen su unidad y afectividad aun en la ausencia definitiva de los progenitores.

Así los nietos y bisnietos aprenderán y multiplicarán el espíritu de fraternidad, alegría y seguridad que absorbieron, desde su infancia, en su familia sana.

Una suma de familias de esa naturaleza fácilmente formaría unidades cívicas y políticas encaminadas al bien común, produciendo comunidades positivas y progresistas.

Ambicioso proyecto que requiere mujeres y hombres que generen familias equilibradas, utilizando su amor conyugal como elemento básico de la unión, armonía, planificación, organización y realización, cuyo exitoso resultado sobrepasaría toda ambición de felicidad.

Para ello hace falta no solamente formar familias positivas, escogiendo bien a la pareja, sino proponerse como meta lograr los más altos niveles de felicidad, fundamentada en el diálogo, la comunicación, la comprensión, la aceptación y el amor.

Como hay estaciones climatológicas, cada año, a veces a la relación conyugal y familiar le pueden afectar etapas de cambios o crisis económicas que, a diferencia de aquellas, no son programadas ni cíclicas, por lo que los cónyuges han de estar atentos para reforzar el frente interno cada vez que aires de fricción, enfriamiento, debilitamiento, desesperanza o aburrimiento se presenten en la cotidianidad de la relación.

Por eso debe alimentarse y acrecentar el amor conyugal, fórmula mágica que conoce y sabe utilizar cada integrante de la pareja, tanto como las acciones y omisiones que lo perturban, ensombrecen y deterioran.

¿Cree usted que el reforzamiento del frente interno familiar depende fundamentalmente de sus integrantes? ¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)