El día de hoy tendrá lugar #QuitoDebateSalud, un diálogo con precandidatos y precandidatas a la Alcaldía de la capital sobre sus necesidades más sentidas en materia de salud, expresadas en las preguntas que enviaron organizaciones civiles y sociales, académicos y el público en general.

Organizar el evento ha tomado más tiempo del que se pueden imaginar, pero poco comparado con lo que el líder de toda ciudad necesita para llegar a conocer lo mínimo indispensable para pensar desde la salud. Más todavía si, al mejor estilo nuestro, cree que ya lo sabe todo, o está rodeado de asesores que poco se interesan al respecto.

Más allá de nuestras preferencias personales, el Distrito Metropolitano de Quito tiene un plan de salud hasta el año 2025 y programas en curso que podrían estar siendo exitosos. Pero el ánimo de refundar el país cada periodo electoral puede poner lo avanzado en peligro. También afecta el afán de protagonismo, pues eso impide que se coordinen iniciativas efectivamente incluso dentro del mismo municipio.

Los gobiernos autónomos descentralizados tienen competencias limitadas y ya establecidas en salud, y de ninguna manera pueden interferir con lo que hace el Ministerio de Salud Pública. Pero el concepto de ciudad saludable justamente define dónde y cómo las alcaldías pueden y deben incentivar políticas de promoción de la salud.

En España, la reciente iniciativa de #CienciaenelParlamento busca emular lo que desde 1989 hace la Oficina Parlamentaria de Ciencia y Tecnología (POST) en el Reino Unido. Esencialmente, consiste en contextualizar para la toma de decisión de políticas públicas los resultados de investigación en ciencias biológicas, físicas y sociales, e ingeniería y tecnología.

Nosotros estamos todavía más rezagados que los españoles, aunque ya aparecerá algún político o académico diciendo “pero si eso es justamente lo que hacemos”. No, para nada. Si así fuera, por ejemplo, nos habríamos adelantado o al menos igualado a Estados Unidos en las recientes acciones para reducir el uso de cigarrillos electrónicos por jóvenes menores de edad.

Lo más importante de POST es que toda la información que comparte es revisada por pares y se presenta de manera equilibrada. No hay una agenda política interna para que ciertos académicos o estudios destaquen, o para favorecer a un determinado candidato.

En el caso de #QuitoDebateSalud, son los moderadores, científicos investigadores, en colaboración con los directivos de los coorganizadores, quienes hemos curado la lista para entregarla a los políticos participantes. Ya vendrán las quejas, por supuesto, pero sabemos que hay quienes aprecian el trabajo mancomunado de Fundación Octaedro, la Plataforma por la Salud y la Vida y el Foro de Salud Pública para acercar el conocimiento a los políticos locales.

Hay quienes han abierto el camino y quienes tomen la idea. Gracias a los primeros y bienvenidos los segundos. Es tarea fundamental traer más ciencia al debate político y posicionar la salud más claramente en las propuestas de campaña. El debate no busca escuchar promesas vanas sino respuestas concretas y factibles. Esperamos que los candidatos se pongan a la altura y el público pueda continuar el diálogo con los resultados obtenidos. (O)