Pensar no hace daño, juzgar tampoco. En época pretérita reciente era por demás arriesgado hacer públicos ciertos juicios de valor: se había declarado la guerra a las mentes disidentes. Hoy vivimos una ‘calma chicha’: si bien la Ley de Comunicación no ha cambiado, como debe hacérselo, hay tolerancia. Fausto Valdivieso Moscoso, mi dilecto y talentoso alumno, pagó con la vida su apego y pasión por la verdad.

Sirvan estas líneas de convocatoria para un estudio consistente de nuestros feriados nacionales. Es una invitación a disentir. De lo vivido hasta ahora extraigamos conclusiones útiles. Revisar, reformar o mantener lo legislado debe ser fruto de ese estudio que sirva a los intereses de la comunidad, a mantener nuestras costumbres y valores, a desterrar privilegios. Espero que ustedes, amables lectores, contribuyan con sus ideas para iluminar el sendero hacia cambios urgentes, de ameritar el caso. Discrepo con el viraje que se ha dado al tradicional manejo de las fiestas cívicas y religiosas.

1. Unas pinceladas sobre feriados lesivos para ciertas actividades ligadas al trabajo ininterrumpido. Me refiero a todos los servicios, particulares o públicos, que son afectados por la brusca interrupción de labores, por dos, tres, cuatro y hasta cinco días, a pesar de haber sido anticipadas. Un botón de muestra: la crianza de cerdos, los cultivos de arroz, el mantenimiento de jardines y parques, el servicio doméstico, etcétera, tienen sus normas y connaturales exigencias: la continuidad es una de ellas, es decir, no debe interrumpirse el cuidado profesional que merecen los seres vivientes, la producción y aquellos servicios que llevan bienestar a la comunidad. En estos casos, buscar reemplazos o pagar el doble a los trabajadores, me pregunto: ¿por qué, para beneficio de quién?

2. Tiempo atrás, cuando no se hablaba aún de puentes vacacionales, la norma era muy sencilla: la conmemoración cívica o religiosa se celebraba en su propio día. Si un miércoles era 24 de mayo, se izaban las banderas en hogares y edificios, públicos y privados. Los estudiantes, vestidos de gala, rendían homenaje a los símbolos patrios y terminadas las ceremonias regresaban a sus hogares. Había asueto para todos y… el mundo caminaba mejor. Pasan los años y algo cambia. Si el 24 de mayo cae en martes, por ejemplo, el asueto se traslada al viernes; el martes se trabaja y la conmemoración cívica se la hace dentro de las instituciones. Hasta aquí lo actuado me parecía sensato, pero la celebración de las festividades cívicas comienza a deteriorarse, notablemente.

3. Para fines del 2019 está prescrito como postrer feriado sábado 28 de diciembre, domingo 29, lunes 30, martes 31 y miércoles 1. ¿Qué se pretende? ¿Descanso, turismo, vida familiar, qué? Somos un pueblo poco afecto al trabajo; en vez de fomentarlo hacemos exactamente lo contrario.

4. Un pueblo que no conoce su historia (Programas de Educación) y que no honra sus símbolos patrios camina hacia su desintegración. Sugiero una discusión del tema, a nivel nacional, que dé luces a este delicado problema. Shakespeare diría: ‘Algo huele a podrido en Dinamarca’.

“Si todo el año fuese fiesta, divertirse sería más aburrido que trabajar”, W. Shakespeare. (O)