Con toda razón los empresarios cacaoteros de la producción, industrialización y exportación se encuentran alarmados por la presencia de altos niveles de cadmio en los suelos del Ecuador, elemento químico capaz de movilizarse al grano e incorporarse a los alimentos que resultan de su transformación, como el chocolate y otros derivados. Cuando rebasa en ellos los máximos permitidos, estarán sujetos al rechazo oficial en los mercados europeos, acción emprendida en salvaguarda de los consumidores, cuya ingesta exagerada podría ocasionar quebrantamientos de salud. Esta situación acarreará reducción importante en las exportaciones de un producto agrícola tradicional de prometedor futuro, valioso aportante a la economía y al empleo nacional.

La primera alarma oficial la constituyó el Reglamento (UE) Nº 488/2014, del 12 de mayo de 2014, promulgado por la Comisión Europea, que estableció los límites de cadmio para elaborados de cacao, que regirá desde el 1 de enero de 2019, plazo estimado como suficiente para que los probables países afectados, léase los latinoamericanos, adopten medidas de ajuste a las rígidas exigencias. Los límites de contaminantes fueron fijados observando un principio muy general, proclive a susceptibilidades, como es el denominado Alara o “tan bajo como sea razonablemente posible”, aplicable más bien para actividades radiológicas. En tanto, el propio organismo europeo acepta que es poco probable que se produzcan efectos negativos a la salud en individuos expuestos al máximo nivel semanal de consumo, aun así establecieron que es necesario como medida preventiva “disminuir la posibilidad de exposición de la población al cadmio”.

Es factible reducir los niveles de cadmio en los suelos, para lo cual Ecuador desde los años noventa del siglo anterior sentó las bases para ejecutar procesos correctivos, realizando muestreos en varias zonas representativas que culminaron con diagnósticos certeros y mapeos a cargo de equipos técnicos liderados por el profesional ecuatoriano Francisco Mite Vivar, exinvestigador del Iniap, determinando en los años 2008 y 2009 los contenidos promedios que le llevaron a concluir que efectivamente existen áreas con altos niveles de cadmio, pero dejando planteadas medidas depuradoras, que de haberse aplicado oportunamente bien pudieron eliminar las anomalías, sin que afecte al país los límites de la nueva regulación.

También se estudiaron los residuos del metal en varias partes de la planta, así como en el grano, con tanta prolijidad que se encontró que la concentración de cadmio es superior en la testa o cáscara, el mucílago o baba, mucho menos en la almendra propiamente dicha, que se utiliza en los procesos industriales para la elaboración de chocolate y otros derivados, motivo de mayor interés y control de las autoridades europeas. En el seminario que dictará el Colegio de Ingenieros Agrónomos del Guayas se expondrán los resultados de las investigaciones en este apasionante campo.

Los trabajos exploratorios de la presencia de cadmio debieron continuar, fatalmente la inexistencia de recursos no mayores a setecientos mil dólares impidió progresos reales, mientras el Ministerio de Agricultura, entidad a la que se planteó el proyecto, gastó varios millones en programas de rehabilitación de huertas de cacao, que concluyeron en un sonado fracaso al no reflejarse en las cifras de exportación. (O)