Así estamos los ecuatorianos. Lo reciente de la fuga de Fernando Alvarado evidencia la extensión de la pus en los entornos del poder público, aun cuando el presidente Moreno –seguro que con las mejores intenciones– proclama “cero tolerancia a la corrupción”.
En una conversación con él, meses atrás, le expresé que entre sus colaboradores –aun en el propio Palacio de Gobierno– había un elevado número de fieles al correato, pero que por conveniencia aparece que se le viraron para estar con Moreno, A la hora que sean útiles a Correa lo servirán, puntualicé.
Era y es la situación como la de un inmueble con redes de comejenes, en cualquier momento aparecen.
Según Paúl Granda, ministro de Justicia renunciante, posterior a la fuga, entre el 19 y el 20 de octubre, se pidió información de por qué el grillete electrónico que tenía colocado Alvarado no funcionó y se ha conocido que, desde el 28 de agosto hasta el 13 de octubre del 2018, se emitieron 245 alertas de que ese grillete, el que tenía Alvarado, fue quitado; y, hay 545 alertas de que se apagó. Señaló, además, que se han detectado comportamientos similares en otros 103 grilletes.
El asesor presidencial Santiago Cuesta ha expresado que piensa que desde el Ministerio de Justicia, no Granda, “le dieron la llave del grillete” a Alvarado.

Insólito.
Como también lo es aquello de posibles infiltraciones de la narcoguerrilla en las Fuerzas Armadas, de lo que hay repetidos indicios, por casos puntuales que se han venido denunciando, el último conocido el de la sustracción de armamento y municiones. ¿En este, solo clases –sargentos y cabos– estarían involucrados? No resulta creíble.
De acuerdo con que hay que procesar y sancionar a los “operativos” de la corrupción; pero, sobre los de niveles más altos, ¿qué se sabe?, ¿o qué se oculta?
Escuché en una radio, a una ciudadana que se preguntó: ¿qué asusta más: que en un gobierno abunden los corruptos o que abunden los ineptos y los cojudos?

Escuché en una radio a una ciudadana que se preguntó: ¿Qué asusta más, que en un gobierno abunden los corruptos o que abunden los ineptos y los cojudos?

Los casos sonados
No solo hay corrupción en los casos sonados. Los de la deuda externa, los de las refinerías, las preventas de petróleo, las cocinas de inducción, las escuelas del milenio y otros.
El ministro de Finanzas dice que parecería que la “recuperación económica podría pasar por entendernos con el FMI y/o con China”. Muchas reflexiones podrían darse a partir de ese comentario.
¿Con China, va a haber negociadores competentes y honestos? La historia en la relación del correato con el país asiático es de terror. En por lo menos el 80% de lo que se hizo con China hay problemas, porque las empresas chinas se prestaron para la corrupción, siendo que se generaron elevadas deudas con entidades financieras de China, que se niegan a revisarlas, porque argumentan que una cosa son las empresas constructoras o vendedoras, que son las que incumplieron, y otra las entidades financieras, que “solo entregaron los créditos”, aun cuando unas y otras son estatales de la República Popular China; y, los créditos se amarraron con los contratos constructivos y de ventas, ya que estuvieron condicionados a que solo se trabaje con empresas chinas.
El presidente Moreno debe comprometerse a la total transparencia de las decisiones, los actos y contratos del sector público, tanto en los de ayer, del correato y los anteriores, como en los que se están dando y realizando en el actual Gobierno.
Hay críticos de Moreno que afirman que la fraseología de la anticorrupción hasta podría parecer parte de la impunidad, de no haber total transparencia, seguida esta de acciones concretas, para las sanciones que correspondan y para recuperar los perjuicios producidos.
Un país que, desde el correato, sufre de entidades públicas que por malas pagadoras tienen en riesgo aun de quiebra a proveedores a los que ni siquiera se les permite facturar ventas y servicios de años atrás y otras recientes, no puede seguir en el limbo de las incertidumbres.

¿Una especie de homicidio culposo múltiple?
En la edición del diario Expreso, del lunes 22 de octubre del 2018, se publicaron declaraciones del doctor Luis Jairala Zunino, gerente general del hospital Teodoro Maldonado Carbo, de las que copio literalmente algunas preguntas y respuestas:
“P.- Usted trabaja desde hace quince años como médico del hospital, ¿cuáles fueron los momentos más críticos que presenció?
R.- Los momentos más álgidos se vivieron desde el 2014, cuando empezó un franco descenso académico y administrativo de la institución. Cuando en un hospital empieza a subir la mortalidad, a aumentar peligrosamente la tasa de infección y mortalidad de niños y se va de una epidemia a otra, es señal de que las cosas van mal. Eso comenzó a ocurrir aquí.
P.- ¿Cuáles eran esas tasas?
R.- Una mortalidad que pasaba del 14%, cuando las normas internacionales hablan del 7%. Estábamos al doble. Además, se presentaban epidemias frecuentemente, el cierre de quirófanos.
P.- ¿Qué tipo de epidemias?
R.- Por enfermedades infectocontagiosas. El hacinamiento y el desorden administrativo trae como consecuencia una alteración en distintas esferas en la salud. Un hospital que no está administrativamente óptimo genera un sobreingreso de enfermos y eso provoca hacinamiento, que va de la mano con la epidemia”.
(Hasta aquí la transcripción).
¿Percibe, lector, la gravedad de lo declarado por el doctor Jairala? Los afiliados, los hijos de estos y los jubilados cuando requerían hospitalización no sabían que su ingreso o era para la muerte o era para que se agrave más su salud.
¿Quiénes son los responsables?, ¿dónde están?, ¿qué ha pasado con ellos? (O)