El residente tiene como objetivo estimular los emprendimientos, y así crear empleos. Coherente con ello, en julio, la gerente del Banco Central anunció que las tasas de interés, especialmente en créditos a emprendedores, serán evaluadas para determinar en qué segmentos se podrían bajar.

La Junta Reguladora fijará tasas que incentiven el acceso al crédito de los sectores agrícolas y ganaderos, estipula la Ley de Fomento Productivo aprobada en agosto, lo que se entiende que quiere decir fijar tasas más bajas de interés.

¿Bajarán las tasas de interés en estos sectores prioritarios? Quizás sí, a dedo; pero en ese caso, la banca privada se abstendría de conceder crédito para esas actividades, excepto en casos de empresas muy solventes.

Eso ya sucede en microcrédito, para gozo de los chulqueros, que cobran tasas exorbitantes.

Más bien, bajo las actuales circunstancias de poco acceso a los mercados financieros internacionales, la necesidad de reducir el gasto corriente del Gobierno y la menor liquidez, es de esperar que las tasas de interés suban. Esa es la descarnada realidad.

En el mundo ideal, la tasa de interés sobre depósitos es alta, la tasa para créditos es baja, y la banca presta a manos llenas. Pero ese mundo ideal no existe.

Moneda y banca son el corazón de la economía de mercado. Unos guardamos dinero y otros nos endeudamos para gastar o invertir; la tasa de interés es el factor de equilibrio. Si hay mucha demanda de crédito y poco ahorro, la banca presta lo poco que tiene al mejor postor: las tasas de interés son altas.

En este proceso, un banco central, si quiere que haya más crédito, emite dinero y baja las tasas. Pero el exceso de crédito puede estimular mucho el consumo, y alimentar la inflación. En ese caso, el banco central retira dinero del mercado: lo está haciendo hoy el Federal Reserve estadounidense.

El Ecuador está dolarizado, el BCE no puede emitir (solo EE.UU. emite dólares). La pérdida de esta herramienta hace que a muchos economistas no les guste la dolarización.

Hay factores complementarios: los costos que tiene la banca, y el riesgo del crédito.

El costo de evaluar y administrar un crédito es proporcionalmente mayor para un crédito pequeño que para uno grande: la tasa para el crédito pequeño es mayor.

Si un negocio es riesgoso, como lo es el agrícola que depende de las lluvias, el banco sube la tasa para que lo que rindan las operaciones exitosas cubra las pérdidas en los créditos incobrables.

Se argumenta que la solución es abrir a la banca extranjera. Pero la banca extranjera no va a traer fondos de un país donde el riesgo es menor, para prestarlo a tasas bajas acá, donde el riesgo es mayor. ¿Qué pensaría usted si su banco se lleva sus depósitos a Haití para dar crédito barato?

Las tasas de interés no se bajan a dedo. Hay que empezar por fortalecer las reservas monetarias, tener una regulación bancaria más efectiva y menos burocrática, un fisco responsable y no dilapidador. Es un proceso. Eso tiene Panamá, y sus bancos prestan al 7% o menos, sin necesidad de topes oficiales. (O)