Con enorme tristeza, al igual que la mayoría de los guayaquileños y todos los ecuatorianos, soy testigo de la ambición por el Rectorado de la Universidad de Guayaquil que cada día presenta una novedad que complica más el ambiente universitario y se aleja de una posible y pronta solución.

He leído un hermoso reportaje que realizó la semana pasada Diario EL UNIVERSO a jóvenes profesionales egresados de la carrera de Odontología, y me pregunto: ¿Alguna autoridad a nivel gubernamental ha pensado en que son justamente estos nuevos profesionales los más afectados?

¿Alguna autoridad a nivel gubernamental ha meditado un segundo qué pasaría si nos quedamos sin profesionales que puedan ejercer en derecho sus carreras?

¿Alguna de estas autoridades ha pensado qué sucedería si faltan médicos y odontólogos que atiendan las necesidades en salud de nuestra población?

De nada sirve que hayan egresado y estén listos estos jóvenes para prestar sus contingentes, si la Universidad no los habilita a tiempo para ser sorteados en las plazas de salud rural.

Entiendo que el Consejo de Educación Superior a estas alturas está tratando de dirimir y finiquitar la pugna por apoderarse del Rectorado, pero mientras eso sucede, situación que tomará varios días.

Hoy lunes 15 de octubre de 2018 finaliza el plazo para ingresar la documentación para el sorteo del año de salud rural.

Si estos 170 nuevos odontólogos no ingresan en dicho sorteo habrá desabastecimiento de estos profesionales a nivel nacional que ocupen estas plazas, para entonces convertirse también en un problema de salud pública y ya no solo de una universidad en conflictos.

Dichos jóvenes son profesionales con anhelos de ejercer la profesión por la que han trabajado y se han capacitado durante algunos años.

Con estos antecedentes sigo preguntando: ¿Será que el Ministerio de Salud Pública considerará este problema y permitirá una prórroga en concordancia con la Universidad, para solucionar el casi seguro desabastecimiento de profesionales de la salud en puestos rurales?

No solamente se está perjudicando a todos estos nuevos profesionales de la salud, que como lo indican en sus declaraciones por este medio de comunicación y por otros, están con todo el entusiasmo de trabajar y poner su contingente profesional a favor de las necesidades en salud de nuestro país, y si se quedan rezagados para un próximo sorteo en el año venidero se sumarán a los nuevos graduados, pasarán al superinflado recurso humano que seguramente no se sabrá ni dónde asignarlos.

Los grandes perjudicados son aquellas personas de las comunidades rurales que con ansias esperan cada año a que lleguen los nuevos profesionales de la salud para que los atiendan.

¿Quién se hace responsable del prejuicio a los nuevos profesionales y a la salud rural del país?(O)

Víctor Villao Reyes,
cirujano, Guayaquil