La comunidad científica y académica médica de Guayaquil tiene un compromiso moral y patriótico con la sociedad y entidades públicas, no podemos permitir que la corrupción destruya las universidades y los hospitales públicos que son claustros de ciencia y conocimiento, y ciertos médicos de revoluciones fracasadas de Cuba y Venezuela y devengantes de becas, tomen nuestros hospitales públicos ecuatorianos; ni que ciertas personas de la alma mater permitan ciertos plagios de tesis doctoral, falsifiquen, usurpen títulos académicos.

Estamos frente a un estado de decadencia de entidades estratégicas: universidad y hospitales, donde el pueblo y los más pobres buscan el conocimiento, y curarse de sus enfermedades; frente al deterioro de un sistema educativo y un sistema san itario público; y que dichos recién graduados extranjeros sin experiencia, sin la debida credencial de homologación o reconocimiento legal de sus títulos de especialistas, estén asumiendo cargos, jefaturas. El derecho a la salud de calidad y a la buena educación tienen valores y motivaciones esenciales y que tenemos que defenderlos. El derecho se hace presente y evidente cuando alguien traspasa el límite de nuestros principios, y el derecho a ser curado y escuchado por un médico con una vasta experiencia, sensato y que tenga calidad humana.

Cuando alguien violenta nuestros derechos o somos víctimas de la corrupción, cuando nuestros códigos éticos son vapuleados, y frente a la injusticia asentimos indignación. La salud y la educación son áreas estratégicas donde las politiquerías baratas no pueden meter sus manos putrefactas, porque corroen todos los cimientos e infringen un daño letal a las instituciones públicas que son del pueblo y de los afiliados. Tenemos que ser asertivos, es la capacidad de ejercer y defender los derechos personales, la dignidad humana, la honradez y la transparencia; determinantes importantes para poder reclamar cambios. No podemos ser cómplices de la insensatez de ciertos funcionarios públicos. Los hospitales públicos no pueden ser nichos o botines políticos, porque son claustros de la ciencia y se necesita de médicos con mucha experiencia y sin ninguna identidad política.(O)

Jaime Benites Solís,
doctor clínico intensivista, avenida Samborondón