Y ahora yo hablo de Barcelona. Quién responde por malas contrataciones, juego displicente, jugadores que cunden en desesperación, desconcentración, perdiendo fácilmente la compostura en la cancha, juicios al club por supuesta irresponsabilidad de anteriores directrices, permitir jugar a quien le entablan demanda...

No puedo culpar a la fiel hinchada de esto, ella hace mucho asistiendo al estadio a pesar de la crisis que afronta el país. Hay que tomar los correctivos inmediatos. Es imprescindible un diálogo con el técnico para que cambie la forma de juego. Los jugadores deben jugar distendidos, tranquilos, sin presión, ni caer en provocaciones con adversarios ni reclamos estériles al árbitro. Su función es saltar a la cancha a agradar con buen fútbol al público. Deben tener en claro que ellos son los mejores y están jugando en el equipo más popular del país, al que todos quisieran ir. La hinchada lo único que quiere es un juego vistoso, práctico jugando desde atrás con pases rápidos de primera al compañero que está desmarcado, rotando constantemente el esférico las veces que sean necesarias; crear jugadas en conjunto, disparos sorpresas al arco desde cualquier posición y sin acomodarse; practicar en el entrenamiento jugadas preconcebidas, tiros libres, cobros de penaltis, subir y bajar constantemente los marcadores, lanzando centros retrasados al área contraria, pero alzando la cabeza para que los compañeros que acompañan la jugada, den la puntillada final; ser solidarios unos a otros sin importar quién haga los goles. De los dirigentes, cuerpo técnico y jugadores depende que el equipo salga a adelante.(O)

Juan Pablo Sanz,
ingeniero comercial; Manta, Manabí