Como suele ocurrir, atendiendo mi pedido para que los lectores den su opinión sobre lo expresado en mis artículos de prensa, entre otras y hace pocos días, recibí la de don Antonio Eduardo Sotomayor Mármol, en relación con el que publicó EL UNIVERSO, el 26 de septiembre de 2018, bajo el mismo título que el que usted está leyendo ahora.

En su texto, que me permito glosar, manifiesta: Agradezco una vez más tu concernir en los temas agropecuarios.

La información que transmites la encuentro encomiable pese a que, desde mi perspectiva de agricultor agro-eco-sistémico biodiverso e integrado, encuentro que el enfoque debe ser integral, pues se debe enfatizar que el objetivo de la producción alimentaria, más allá de la provisión de recursos como medios, es la satisfacción sanitaria del ser humano consumidor y de la naturaleza como fuente de suministro de un entorno equilibrado y estimulante.

Explica su aserto: La agricultura moderna a tono con las circunstancias ambientales actuales requiere una capacitación actualizada de todos los actores productivos, particularmente pequeños y medianos, no solo en uso de tecnologías de alta rentabilidad, sino, principalmente, en metodologías que procuren la salvaguarda humana y ambiental, con la producción de alimentos inocuos y nutricios, con previsiones anticontaminantes de suelo, agua y atmósfera, con mecanismos de aprovechamiento óptimo de las disponibilidades naturales, que redunde en calidad generada eficientemente, con aplicación de una agricultura de precisión, acondicionada a las especificidades productivas.

Añade: La agricultura moderna requiere conocimientos que mitiguen las aversiones del cambio climático y las limitaciones que imponen sus desequilibrios: inundaciones, sequías, bruscos contrastes térmicos, etcétera, haciendo propicia la insurgencia de enfermedades y plagas cuyo afrontamiento con metodología químico-sintética agrava su recurrencia periódica.

Concluye: Esperemos que el ministerio tenga la sensibilidad de propiciar una política que aliente la alternativa que ofrece la agricultura orgánica, eco-sistémica, que atiende los requerimientos censados, los cuales, además, son amparados jurídicamente y promocionados constitucionalmente.

He trasladado a usted esta opinión porque la considero digna de leer, analizar y reflexionar, porque enfatiza un elemento que, según me parece, siempre debe ser considerado en todos los planes o programas: la globalidad.

Tal vez en la planificación general del nuevo ministro de Agricultura y Ganadería exista esa conjunción de elementos que demanda el lector y yo no la haya podido trasladar a los lectores de Diario EL UNIVERSO; pero me parece que bien ha valido la oportunidad para regresar sobre el tema de la producción agrícola debidamente planificada, eficiente y rentable para quienes se dedican a esa noble actividad, y así lograr productos adecuados, al alcance de los consumidores, para beneficio de toda la población.

Si queremos encontrar nuevos y mejores rumbos que hagan sostenible y apetecible la actividad de los agricultores, ganaderos y más actores de la producción alimenticia, debemos extremar investigaciones, análisis, métodos y mecanismos equitativos para todos, no solamente de siembra y cosecha, sino también de financiamiento, negociación, distribución y venta al consumidor.

¿Le parece pertinente? ¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)