La disponibilidad a acoger inmigrantes de otros países, especialmente países pobres, se explica no solo por la necesidad de mano de obra en sus industrias sino también por la cultura de compartir.

El acoger es más honroso que el ser acogido; una y otra acción son igualmente necesarias, no solo para escribir la historia sino para la supervivencia de los pueblos.

La investigación permite a Alejandro Macarrón, un gran experto en demografía, llamar “terrible” al año 2017. Este calificativo se funda en la elocuencia inobjetable de los números. La historia nos recuerda casi solo el nombre de algunas grandes culturas desaparecidas. Los signos de vida de algunas culturas de hoy son opacos. Otras han desaparecido. ¿Por qué? Los porqués son varios.

¿Hay una raíz común de esos varios porqués? Toda cultura, o forma común, en la que las personas se expresan y comunican es fruto de un largo y sostenido esfuerzo. No hay cultura que haya aparecido de un día para otro. La raíz común es el esfuerzo sostenido. Las culturas comienzan a debilitarse porque cambian los elementos que propiciaron su “nacimiento”; el elemento radical es el citado esfuerzo común.

Toda persona, todo pueblo, busca la felicidad (encerrada en el “hoy comamos y bebamos que mañana moriremos” no encuentra felicidad, se encuentra con la muerte). Como que la relativa felicidad está ligada al esfuerzo. “Comerás el pan con el sudor de tu frente”, le dice Dios a Adán.

Un aporte radical del hombre a la historia es el multifacético esfuerzo para la supervivencia de la persona y de la especie. Es un salir de sí mismo y ser feliz, transmitiendo y cuidando la vida. La oración irreemplazable de los padres es dar a luz y cuidar esa luz.

Alejandro Macarrón afirma que 2017 es un año terrible, porque especialmente en los países llamados “desarrollados” hay, si no negación, reticencia a honrar a Dios y a servir a la humanidad, dando a luz y cuidando la luz de la vida.

La fecundidad de reemplazo de los difuntos con los recién nacidos es, según los demógrafos, 2,1 hijos por mujer. En países ricos, como Estados Unidos, el porcentaje de fecundidad ha caído durante los años recientes de 2,12 hijos por mujer a 1,76. En Francia de 2,02 a 1,84. En Reino Unido de 1,92 a 1,76 por mujer. En Alemania el porcentaje estaba creciendo, gracias a mujeres inmigrantes.

Los relativamente menos habientes son más generosos. (Son irresponsables, comentan los ricos).

Los recursos económicos para formar a nuevos ciudadanos son necesarios; el recurso no solo necesario, indispensable, es salir de sí mismo responsable con la vida nacida y por nacer. Sin salir de sí mismo, no se da y no se cultiva la vida. En la cultura de la autofotografía, el encerramiento en sí mismo tiene expresiones aparentemente diversas: La inversión de recursos personales en propaganda electoral, proporcional al beneficio económico personal, que espero obtener, no al servicio, que espero dar a la sociedad. Ya se están asignando obras por una suma proporcional, adelantada para la campaña.

(O)