Un enredo económico-deportivo atora el mundo político-electoral cuencano con miras a las próximas elecciones. Y su repaso es urgente.

Resulta que equipos como el Barcelona, la Liga de Quito o el Deportivo Cuenca son buenos pretextos para la exposición pública en procesos electorales seccionales, y seducirlos puede ser una extraordinaria apuesta estratégica para ganarse unos cuantos votos. Claro, con dinero ajeno.

Desde hace un par de semanas he alertado sobre la práctica demagógica y tramposa de destinar dineros públicos a entidades privadas –como podría ocurrir con los equipos antes mencionados– con fines electorales y de impacto mediático. Como el “regalo” que el Municipio de Cuenca (o su máximo representante legal y también candidato a la reelección) hizo al club privado denominado Expreso Austral: 128 mil dólares contantes y sonantes. Pero no fue lo único; la semana anterior también financió el costo de 53 unidades de transporte interprovincial para movilizar a casi dos mil hinchas del Expreso Austral a un partido de fútbol en la ciudad capital.

¿Cómo una entidad pública puede justificar este tipo de “inversiones” ante organismos de control que dicen estar atareados en una “cirugía mayor” contra la corrupción? No lo entiendo ni lo asimilo, menos cuando otra entidad pública, la Federación Deportiva del Azuay, acaba de demandar en los tribunales de la República a los representantes legales del club privado denominado Expreso Austral por una deuda que supera los 100 mil dólares, correspondientes al arriendo del estadio local que, dicho sea de paso, es de propiedad del dadivoso Municipio.

Todo este “salvataje electoral” –dinero en efectivo regalado, financiamiento del desplazamiento de hinchas, complicidad en la falta de resoluciones de conflictos– nos está resultando bastante oneroso a los contribuyentes azuayos que indirectamente estamos financiando una campaña anticipada y encubierta por la reelección de quien cumplió sus ofertas electorales anteriores.

Evidentemente que el “salvataje electoral” a favor de un equipo muy popular no se compadece con otras urgencias de la misma comarca: el 13 de octubre próximo termina el plazo para que se entreguen las obras físicas del Expreso Austral… no, no, perdón por el lapsus: las obras físicas del Tranvía de Cuenca, y al parecer se avecina otra prórroga. Naturalmente no debería llamarnos la atención una postergación cualquiera, pero en una obra que lleva en sus registros dos años de retraso y cientos de locales comerciales quebrados –sin contar con la falta de movilidad en el centro histórico y el lucro cesante de ciudadanos emprendedores–, es impresentable.

Que los clubes privados honren sus deudas con entidades públicas y gestionen sus recursos económicos con las reglas de la decencia, es prioritario. Es lo natural.

Pero que recurran a la fórmula del “salvataje electoral” sin el menor de los cuestionamientos institucionales crea una sensación de impotencia y desesperanza. Ojalá que esa cacareada “cirugía mayor contra la corrupción” considere también estos temas “de provincia” que no requieren de mayor ciencia para detectarlos, y finalmente se siente un precedente a tiempo: aún la campaña no arranca oficialmente y hay que cuidar el dinero público. Robárselo no es la única forma de corromperse, maquillar “su inversión” también es corrupción, también requiere de la cirugía mayor. (O)