En varios países de Europa, la confirmación de que prominentes personajes políticos han plagiado su tesis doctoral constituye un golpe bajo a la credibilidad del sistema, al punto que no hay gobierno que se permita dar el lujo de pasar por alto tales irregularidades; si bien hay varios casos de ministros y otros funcionarios de alto nivel obligados a dimitir en países como Alemania, es en España en donde en los últimos años se han puesto en evidencia varias irregularidades en la concesión de grados doctorales que ponen en mal predicamento no solo al autor de la tesis, sino también a la universidad que ha conferido el título.

Precisamente en estos días se ha abierto un nuevo debate luego de que el diario madrileño ABC acusara al actual presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, de plagiar su tesis doctoral, al mencionar que había copiado párrafos de un artículo publicado años atrás sin citarlos y, en otros casos, sin poner el contenido en entrecomillas; las dudas respecto a la tesis de Sánchez lo obligaron a permitir la divulgación libre del texto doctoral, ya que no existía autorización previa para ser fotocopiado ni fotografiado sin el consentimiento expreso del autor de acuerdo a lo anunciado por la Universidad Camilo José Cela; debe señalarse que la denuncia del diario español coincide con los cuestionamientos al principal dirigente del opositor Partido Popular, Pablo Casado, a quien se lo acusa de haber obtenido su masterado sin haber ido a clases, sin haber rendido exámenes y sin tampoco estar obligado a un trabajo final ante el tribunal respectivo.

En todo caso, lo que importa destacar con la referencia de los plagios doctorales es que en otros países una irregularidad de ese tipo termina siendo una carga indecorosa para el autor y responsable de la tesis cuestionada, al punto que se insinúa que las tesis doctorales terminan siendo grandes protagonistas de la política, al contrario de lo que ha ocurrido en nuestro país, específicamente con el caso emblemático de la tesis del exvicepresidente Glas, la cual se denunció hace varios años fue plagiada con tesis de otra alumna de la institución universitaria y de información de sitios de internet como “El Rincón del Vago”; en el caso del plagio de dicha tesis, se divulgaron correos electrónicos que demostrarían que las autoridades de la universidad que confirió el grado académico se prestaron a un manejo de influencias políticas poco acorde con el prestigio y respetabilidad de dicho centro de estudios.

Es muy posible que la tesis de Glas tenga algo de común con lo que se acusa ahora al presidente del Gobierno español: “una investigación (?) de baja calidad, moralmente fraudulenta y científicamente chapucera, un trabajo (?) recopilatorio de inaceptable factura técnica”, pero el punto no es ese. En España, y como debe ser, el plagio constituye un agravio serio a la ética pública que no es ignorado, ni olvidado. En nuestro país, alguien ¿verifica la denuncia de posibles plagios?(O)