Lo que la ciudadanía ecuatoriana reconoce, lo ha hecho, también, en estos días, la revista The Economist, de Inglaterra, una de las publicaciones más reputadas del mundo desde el siglo diecinueve, al destacar la acción trascendental que realiza el Consejo de Participación Ciudadana transitorio, presidido por Julio César Trujillo, en el restablecimiento de los valores democráticos de independencia de las funciones del Estado, anulados por Rafael Correa. El Consejo transitorio ha destituido a los incondicionales funcionarios seleccionados por el expresidente, y los ha sustituido por personas libres. Esto lo ha hecho, y lo hace, gracias a los poderes extraordinarios que al Consejo otorgó el pueblo del Ecuador mediante votación popular convocada por el presidente Moreno. Lo que se ha dado es un cambio de sumisos, por independientes. Esto lo valora el país en alto grado, pero son acciones transitorias, como corresponde a la naturaleza del Consejo, pero para que en el futuro no se repitan estas situaciones nefastas, es necesario modificar estas perversas instituciones que fueron creadas para Venezuela y Ecuador por un grupo español contratado por Chávez para su país y enviado luego a su pupilo Correa para la redacción de la Constitución de 2008, que es la que destruyó las instituciones, el equilibrio de los poderes del Estado. Con este perverso instrumento, el Ejecutivo quedó de dueño absoluto del Estado; el poder legislativo no se atrevió a dictar leyes que pudieran contrariar al presidente, quien llegó a retar en público a las asambleístas que quisieron actuar autónomamente; la fiscalización desapareció; la contratación pública se realizó sin concursos públicos, sin licitación, lo que fue el caldo de cultivo para el robo; los organismos de control dejaron de ser tales y sus personeros pasaron a ser partícipes de los negocios; los jueces dictaban sentencias elaboradas por los abogados del Gobierno. La Constitucional se convirtió en una Corte de bolsillo bailando al son de la música que le tocaban. Emitió resoluciones, dictó sentencias, contrarias al texto constitucional, y aun se atribuyó facultades legislativas. El Consejo transitorio la destituyó, pero si no la renueva enteramente por sí mismo, con las facultades extraordinarias que tiene, como lo ha hecho hasta aquí, todo seguirá igual.

Lo actuado por el Consejo de Participación transitorio es encomiable, pero en el largo plazo, si no hay una reforma constitucional a fondo, si se mantiene la estructura actual, con engañosas instituciones como las del quinto poder, nada cambiará realmente.

Hay que volver a lo clásico, a la división de poderes de Montesquieu, el pensador francés cuyos principios fueron adoptados por los Estados Unidos en la elaboración de su Constitución, que es la primera que estableció la República Moderna, y en la cual se inspiraron todas las nacientes repúblicas latinoamericanas. Lo actuado por el Consejo de Participación transitorio es encomiable, pero en el largo plazo, si no hay una reforma constitucional a fondo, si se mantiene la estructura actual, con engañosas instituciones como las del quinto poder, nada cambiará realmente. El presidente Moreno debería encargar al Consejo de Participación transitorio la preparación de una reforma integral de la Constitución y someterla a plebiscito. La confianza nacional en la persona del doctor Trujillo es tan grande, como lo demuestran las encuestas, que una nueva Constitución así preparada recibiría en el referéndum correspondiente un abrumador respaldo, superior al del anterior referendo. (O)