Cuando se vuelve a hablar del agro, de los agricultores, para discutir las políticas insuficientes o fallidas de los diversos gobiernos, se perciben la desatención, el olvido, la carencia de un conocimiento real de la problemática; en fin, el desinterés hacia un sector que se lo trata desde lejos, desde el conocimiento parcial o quizás desde el quemeimportismo. No de otra manera se explica que siendo el campo fuente vital para la producción alimentaria interna y para la exportación no se le confiera la importancia que requiere.

¿Qué necesita el agricultor para no abandonar el campo?, ¿qué necesitan los productores agrícolas para subsistir sin angustias ni sobresaltos y obtener una rentabilidad justa?

La desatención al sector de la agricultura no se ha corregido en el presente Gobierno; el ministerio que lo rige es el que más cambios ha tenido en sus quince meses en el poder. ¡Así, cómo hablar de planificación! Los agricultores reclaman que fueron cuotas políticas que no resolvieron problemas y que el programa de la Minga Agropecuaria no llega a todos: sin embargo, los agremiados también maniobran desde intereses particulares. Esa actitud de ‘llevar agua para su molino’ también impide que se emprendan políticas eficientes. (O)