La Asamblea Nacional otorgó a nombre del pueblo ecuatoriano un merecido y justo reconocimiento post mortem al investigador y arqueólogo ecuatoriano don Julio Viteri Gamboa, acertada iniciativa de la asambleísta Verónica Guevara. En solemne ceremonia desarrollada en la Universidad Estatal de Milagro se hizo entrega a sus hijos de la presea Dr. Vicente Rocafuerte, máxima distinción a la que acceden ciudadanos que han prestado relevantes servicios a la nación, en el presente caso ha sido un homenaje aplaudido por toda la sociedad, realizado en la ciudad donde sentó sus bases de estudios, formó una ejemplar familia, diseñó y defendió con fervor patriótico tesis que revolucionaron los conceptos de la prehistoria americana.

Existen varios manuscritos de su autoría que contienen una relación documentada de extraordinarios hallazgos que en su época causaron incredulidad, pero científicamente comprobados por el guayaquileño Emilio Estrada Icaza, de quien fue su más conspicuo colaborador y luego de su muerte su indiscutible sucesor, ambos proclamando emocionados que la cerámica más antigua de América se encontró en Valdivia, dando nacimiento al mundo a esa ancestral cultura, cuyas piezas extraídas de sus entrañas ya eran exhibidas por prestigiosos museos de Europa y Estados Unidos, comprobándose luego a través de análisis con carbono 14 que tienen una antigüedad de 3.400 años antes de Cristo, pasando Ecuador al primer plano de las inquietudes prehistóricas.

Con certeza y absoluta confianza en sus descubrimientos, disertados en foros mexicanos, develó que nuestros antepasados no fueron simples imitadores sino creadores de una cultura cerámica que dieron indicios de un especial desarrollo agrícola y social que se irradió al resto del continente; tuvo la entereza de señalar sin complejos, ante estudiantes y profesores, que fueron hombres del Ecuador los que trasladaron a México y otros lugares mesoamericanos el conocimiento de la cerámica y metalurgia. De allí nació su célebre obra Ni mayas ni aztecas sino ecuatorianos.

Proclamó sin ambages la influencia de las culturas Machalilla y Chorrera en el noreste argentino, desarrollada en una de sus innúmeras publicaciones Influencia de los formativos cerámicos de Ecuador en el noreste argentino, editada en 1981. Con el ilustre homenajeado aprendimos que en nuestros parajes costeños subsisten vestigios del más antiguo cacao y en ellos se enseñorea el tradicional palo de balsa, único en América con características navieras resistente a fuertes oleajes, vehículo idóneo de intrépidos navegantes que visitaron las costas occidentales de América.

Las enseñanzas de Julio Viteri perduran en nuestra memoria, por ejemplo, que la cultura Bahía, que también desentrañó, introdujo invenciones extraordinarias como el uso del palo excavador, conocido como “espeque”; que los antiguos manteses practicaron el cultivo en terrazas, que el origen de nuestros negros esmeraldeños no fue como se nos dijo de esclavos fugados de un barco español, pues existen señales claras de que su presencia fue anterior a la llegada de los españoles.

Hay una gran oportunidad de adentrarse en las huellas del arqueólogo, concurriendo a su museo rescatado por sus orgullosos hijos, dirigido por Julio Viteri Mosquera, quien espera ansioso la visita de jóvenes e inquietos ciudadanos en el pintoresco centro turístico cultural Visaltur, en el palpitante corazón de la sin par Milagro. (O)