La pregunta me sorprendió, pues estaba atareada en otros problemas. ¿Cree usted que para ser miembro del Consejo (permanente) de Control Social y Participación Ciudadana los candidatos deben haber terminado una carrera universitaria?

Y respondí algo que he estado ponderando todos estos días y que me ha hecho agregar elementos a mi incertidumbre inicial. Primero, reconozco que no me parece necesario un CPCCS, salvo en las circunstancias excepcionales en que estamos después de que el Estado ha sido esquilmado en casi todas las áreas por algunos (bastantes…) funcionarios públicos que se han feriado las riquezas de un país, como si de bienes propios se tratara. En realidad si hubieran sido propios los hubieran cuidado muy bien. Es porque sabían que no eran propios que han robado como lo han hecho. El secretismo, las mentiras, las componendas permitieron esos enormes desfalcos.

Pero dado que habrá que elegir uno, la respuesta fue matizada. Lo que se necesita para ejercer un cargo es conocimiento adecuado a lo que se va a hacer.

Y ese conocimiento se adquiere a través de diferentes maneras.

Los conocimientos académicos transmiten el saber de otros, que hay que estudiar, aprender, cuestionar, y exigen una reflexión propia. Y esos se los puede adquirir siendo relativamente joven.

Otra base de conocimientos es la experiencia, lo que demanda mayor edad y también reflexión. José Mujica es una muestra de ello.

Ahora si se unen conocimiento académico y experiencia entonces tenemos posibilidades de mejores gobernantes y mejores funcionarios.

Pero nada funciona bien solo porque se es joven o mayor, blanco o negro, con discapacidades físicas o sin ellas, mujer o varón, representante de diferencias raciales, sexuales, económicas, culturales, artísticas, deportistas o religiosas. Porque se estudió en la universidad o se conoce la marginación y exclusión desde la experiencia propia.

Los valores éticos, la responsabilidad, la honestidad y el respeto a todo ser humano y a la naturaleza en su conjunto deberían ser cualidades, difíciles de medir pero indispensables, en quienes quieren ejercer cargos públicos.

Y en el mundo de cambios vertiginosos como el que estamos, donde la ciencia produce cada día nuevos descubrimientos, cada uno más asombroso que el otro, desde los millones de galaxias que existen, hasta un planeta que navega solo por el cosmos y posibles universos paralelos, donde nuestro orgulloso saber descubre su ignorancia, sería bueno que las generaciones jóvenes tuvieran voz en los problemas que les dejamos y que ellos tendrán que resolver. El cambio climático, el hambre en el mundo, la vida en las ciudades, los horarios de trabajo, y tantos otros.

En la Asamblea tener una cámara júnior con el tope máximo de edad hasta 30 años y 24 miembros uno por provincia, con derecho a voz, para opinar en los grandes temas nacionales, podría dar buenas ideas a los asambleístas acostumbrados a hablar de todo y de todos…

Sería bueno implantarlo en los gobiernos locales para oírlos en temas como la seguridad, el transporte, los parques, la organización por sectores, todos los temas relacionados con la ecología, tratamiento de residuos, corrupción, etc. Los gobiernos locales podrían agilizar esa participación sin una burocracia asfixiante que parece tener por vocación paralizar cualquier iniciativa creativa con el consabido “eso nunca se hizo y así no funcionará…”.

En general, las propuestas novedosas nunca se han probado antes, por eso son nuevas…(O)