Desde que existe ese “je ne sais quoi“ que conocemos como consciencia, los seres humanos ─y quizás hasta alguno de los ancestros del Homo Sapiens─ usualmente se han preguntad o sobre el sentido de haber aparecido en este pedazo de tierra donde vivimos. Mucho después, quizás a partir de las teorías de Giordano Bruno, la humanidad empezó a cuestionarse su posición dentro de este apoteósico universo.

Aquella trascendental duda existencial ha ido refinándose con el paso del tiempo, hasta cuestionarnos si estamos solos en la vastedad del cosmos o si, por el contrario, existe vida ─inteligente o no─ fuera de este “pale blue dot” al que llamamos planeta Tierra. Esta pregunta, esencial para nuestro entendimiento, íntimo y colectivo, ha tenido respuestas de todo tipo a lo largo de milenios, la mayoría de las cuales se basan en mitos originados en la imaginación; pero es solo en la actualidad, y debido a una serie de importantes descubrimientos, que poco a poco nos vamos aproximando a una respuesta que, aunque parcial, es cada vez más racional.

Uno de esos descubrimientos, ─la determinación de que no puede existir lo que conocemos como “vida” sin la presencia de agua en estado líquido─ ha generado como consecuencia que todas las misiones e investigaciones espaciales orientadas a descubrir vida fuera de la Tierra se dirijan, en primer lugar, a encontrar ese elemento. Ello ha producido algunos resultados prometedores. Uno de los primeros fue el encontrado en una de las lunas de Júpiter: Europa. La sonda Galileo confirmó que, dentro de aquella luna, existían lagos subterráneos de agua en estado líquido, la que esporádicamente rompía la prisión kilométrica de hielo que la mantenía contenida, desprendiéndose hacia el espacio cual si fuera una erupción volcánica. El problema fundamental de este hallazgo es que Júpiter y sus lunas están muy lejos; ni remotamente existe la tecnología necesaria para enviar una sonda espacial con la capacidad técnica de taladrar el grueso hielo de Europa y hacer los experimentos requeridos para determinar si existe vida en esos lagos que yacen en el subsuelo (por más que este sea el sueño del astrofísico Neil deGrasse Tyson).

Pero, más recientemente, hemos conocido de la existencia de agua líquida en uno de nuestros planetas vecinos: Marte. Inicialmente, el agua descubierta no era estable y constante; se trataba de una serie de riachuelos que se formaban en los cañones marcianos de forma recurrente ─durante los veranos, tal como fue explicado en esta columna donde se presagiaba un posible oasis en Marte. No obstante, el pasado 25 de julio de 2018, la revista Science publicó el descubrimiento de lo que, muy seguramente, ¡sería un lago de agua en el subsuelo de Marte! En efecto, la Agencia Espacial Europea, a través del radar Marsis, a bordo de la sonda Mars Express orbiter, obtuvo evidencia de lo que sería un cuerpo de agua líquida de al menos un metro de profundidad, debajo de 1,5 km de hielo. Este lago, muy probablemente, ha estado ahí por millones de años en contacto con piedras y otros elementos orgánicos, a diferencia de los riachuelos esporádicos que se descubrieron en el 2015. Esto parecería ofrecer mayores posibilidades de que se haya formado algún tipo de vida en Marte, dado que en la Tierra existen lagos similares encontrados en Groenlandia o en la Antártica, donde la vida microbiana persiste pese a las gélidas y oscuras aguas subterráneas. Además, Marsis continúa realizando mediciones que podrán darnos un mapa más completo, y asequible, de otros posibles lagos en el subsuelo del planeta rojo.

Este reciente descubrimiento es relevante, más que todo, por la cercanía que supone respecto de la Tierra en comparación con la luna de Júpiter: Europa. Para hacerse una idea: la distancia entre la Tierra y Marte es, dependiendo de su posición en su órbita, aproximadamente 0,5 AU, esto es, 78 millones de kilómetros. En cambio, la distancia entre la Tierra y Júpiter es de 4,2 AU, esto es 628 millones de kilómetros, casi 8 veces más. Existe entonces una posibilidad realista y programable para que, en un mediano plazo, se pueda concretar una misión a estos lagos para investigar si existe vida en el subsuelo de Marte, incluso a través de misiones tripuladas. Si ello sucede, no sería ingenuo pensar que podríamos aproximarnos, todavía un poco más, a la posibilidad de contestar racionalmente una de las preguntas clave de nuestra existencia:

¿Estamos solos en el universo? (O)

El pasado 25 de julio, la revista Science publicó el descubrimiento de lo que, muy seguramente, ¡sería un lago de agua en el subsuelo de Marte!