El lunes 6 de agosto fue un día mágico y especial. Cuando desperté y miré hacia el mar había una tortuga desovando a pocos metros de mi ventana, en Olón (Santa Elena). Estos milagros de la naturaleza no ocurren a diario.

Ver a la tortuga en el acto de anidación es un privilegio que muy pocos alcanzan a observar en su vida; sin embargo, tuvo muchos inconvenientes, el desove se dio en un sector ocupado por muchas cabañas comedores, que invaden espacios públicos. La tortuga desovó rodeada de multitud de curiosos que entorpecían su labor haciéndose “selfies” (autofotografiarse con el uso del teléfono celular). La tortuga tuvo que desovar en un lugar muy cerca a la marea alta –ya que no la dejaban avanzar a la arena seca–, rodeada de fierros viejos, parasoles oxidados y abandonados, plásticos en la arena y mientras circulaban carros y había perros callejeros jugando en la playa. Entiendo que por todas estas razones los técnicos del MAE encontraron que la mejor opción era trasladar el nido a un sitio más seguro y exitoso para la posterior eclosión. A pesar de esta acción, considero que la solución a corto plazo que dieron los técnicos no es la más conveniente.

Gestión Ambiental del Municipio y Ministerio del Ambiente deben intervenir para ordenar el espacio público sagrado que es la playa. Mientras no se la señalice, no se la proteja de vehículos que circulan, mientras no se eduque a la gente en conciencia ambiental, mientras los comerciantes de la playa sigan extendiendo su ocupación del espacio público, las tortugas vendrán cada vez menos. Las soluciones deben darse ya. Es hora de trabajar mancomunadamente para proteger las especies, poner señalizaciones que prohíban la entrada y circulación de todo tipo de vehículos; ordenar la playa.

Somos muchos los indignados. Desde hoteleros hasta un amplio sector de residentes vemos con horror cómo el caos ha proliferado en nuestras playas y nos sentimos frustrados por la falta de protección y de intervención. A eso se suman construcciones que rebasan la capacidad de parqueo y de uso de servicios básicos, conexiones clandestinas en edificios. A diario entran tractores y camiones por la playa transportando material de construcción, dueños de construcciones circulan libremente por la playa en carros de golf, motos, camionetas... Se usa la playa como zona para parqueo y comerciantes han abierto una “carretera improvisada” para lucrar. Para poder construir han arrebatado a la playa su hábitat natural y la han despojado de vegetación. A lo largo de la playa existen fogones, puestos de masajes y alguna vez hasta puestos de ventas de salchichas, de ropa, de clases de español.

Al día siguiente en el lugar del desove ya se había instalado una enorme carpa con turistas. No podemos perder un patrimonio natural. Olón merece nuestra atención y nuestro cuidado. Los encargados del ambiente deben trabajar en conjunto con los residentes, los hoteleros, los restaurantes y la comuna para encontrar soluciones que sean amigables con el medio ambiente y empezar a regular la playa. Así nuestras especies podrán vivir en armonía y bajo el amparo de nuestra Constitución aplicada a plenitud, y mantendremos un patrimonio natural lo más intacto posible que atraiga un turismo responsable y de calidad.(O)

María del Carmen Montesdeoca L.
secretaria de la ATO (Asociación Turística de Olón); Olón, Santa Elena