Tal vez también a usted le han dicho: “Estás equivocado” y, al preguntar la razón a quien hace semejante afirmación, escuchó: “Porque estás viendo el problema solamente desde un ángulo. Te falta una visión de conjunto para lograr la mejor solución posible”.

Y esa, tristemente, suele ser una opinión comúnmente acertada.

Entonces se presenta la opción de simplemente rechazar de plano la observación manifestada porque, después de todo, ¿cómo esa persona cuestionadora va a saber más que yo de mi problema y la posible solución que he planteado, motivando semejante afirmación descalificadora? ¿A mí?, ¿yo, equivocado?

Ante una situación así conviene recordar a don Ramón de Campoamor, quien entre otras célebres reflexiones acuñó esta: “En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”.

Pero lo cierto es que si el problema que nos aqueja, añadiendo la solución que hemos imaginado, lo hemos trasladado a conocimiento de una o varias personas porque pensamos que nos estiman, es porque confiamos en ellas y estamos dispuestos a escuchar sus aportes, sugerencias o consejos para resolver positivamente la situación que nos inquieta.

Sin la certidumbre de confianza en su sabiduría y discreción es absolutamente equivocado contar nuestras cuitas a otras personas.

Otra cosa: ¿para qué pedir un juicio de valor o un consejo si no estamos predispuestos a escucharlos, analizarlos y utilizarlos, sacando de ellos el mayor beneficio posible?

Una buena formación familiar, escolar y social normalmente nos entrega elementos importantes e idóneos para no equivocarnos en nuestros juicios de valores.

Claro que nuestra vivencia de la educación recibida es el fruto del grado de asimilación y la forma como la hayamos puesto en práctica; por eso, considero conveniente tener presente que, por muy amplios que sean nuestros conocimientos y experiencias de vida, hay situaciones en las que conviene complementarlos con los de otras personas, sensatas, cuyos aportes de conocimientos y experiencias nos ayuden a tener una mejor y más cabal visión de conjunto.

Observar adecuadamente el todo, integralmente; pero también determinar y considerar cada una de sus partes puede ser el secreto que permita buscar y elegir la mejor opción.

Merece especial cuidado que la pretendida visión de conjunto no omita la observación prolija, detenida y profunda de cada una de las partes que la integran, a riesgo de fracasar, que es precisamente la posibilidad que queremos evitar.

¿Ha practicado la visión de conjunto? ¿Han sido exitosas sus experiencias?

¿Le ha afectado no haberla practicado, al no haber pedido consejo oportuno a las personas identificadas como las apropiadas?

Existen planes y decisiones en la vida personal, familiar, gremial, social y política que merecen un total acierto, porque las equivocaciones pueden producir daños individuales y colectivos irreparables, que causan mucha frustración, dolor y pérdidas.

¿Acaso tales males se hubieran obviado con una buena, apropiada y técnica visión de conjunto, convertida en programa de acción oportuno y eficaz?

¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)