La normativa jurídica en vigencia que obliga a trasladar en el Ecuador los feriados que corresponden a las fechas cívicas, a los días lunes o viernes más próximos, ha traído como consecuencia una desvalorización de aquello que los ciudadanos estamos llamados a rememorar en cada uno de estos festejos.

Se alegará que esta “mecánica” favorece al turismo, pues así se alargan los fines de semana y permite a las familias que gocen de un descanso prolongado e ininterrumpido.

Habría que ver en todo caso si las estadísticas confirman esa hipótesis, pero lo cierto es que al separar las conmemoraciones históricas del asueto que a estas solía asociarse, la ciudadanía toma al día festivo como uno más, donde son las ocupaciones laborales las que tienen relevancia.

Si a ello se une el hecho de que los desfiles y las demás manifestaciones del civismo nacional o local se siguen realizando de todas formas en la fecha respectiva (aunque deba laborarse), un día que estaba llamado para ser de recordación cívica se convierte en un infierno para quienes quedan atrapados en los embotellamientos del tránsito de vehículos, que se forman por los cierres de las principales vías de la ciudad.

¿Queremos rescatar el civismo cuya ausencia tanto sentimos?, devolvámosles, pues, a las fechas históricas, el protagonismo que les corresponde.

Y aunque es verdad que esa no es la solución completa, por lo menos sería un inicio.(O)

Fabrizio Roberto Peralta Díaz, abogado, Guayaquil