Según la ley ecuatoriana, las ventas de inmuebles pueden anularse por lesión enorme.

Hay lesión enorme cuando el vendedor de un inmueble recibe menos de la mitad del justo precio o cuando el comprador paga más del doble. Así, si el justo precio de una casa es 100.000, el vendedor puede solicitar la nulidad del contrato por lesión enorme cuando el precio que recibe es inferior a 50.000, y el comprador puede solicitar la nulidad por lesión enorme cuando el precio que paga es mayor a 200.000.

Hay algo que no está bien aquí. Para empezar: ¿qué es el justo precio? La economía nos enseña que las cosas valen lo que alguien está dispuesto a pagar por ellas. ¿Cuánto vale una camiseta de Emelec? Depende. Si usted es emelecista tal vez mucho, pero si es barcelonista tal vez nada. Se dirá que las cosas tienen un valor según su utilidad. Pero eso no es cierto. Aunque necesitamos más el agua que los diamantes, los diamantes son más caros. Se dirá que las cosas tienen un valor de mercado. Pero eso no es decir mucho. El barcelonista puede ver en la percha de una tienda la camiseta de Emelec con un cartel que dice 50, pero no está dispuesto a pagar ni un dólar. Se dirá que las cosas valen lo que cuesta producirlas. Pero nada más falso. Hay personas pagando centenas de miles de dólares por los ositos de peluche Steiff que se confeccionan por unos cuantos dólares. En realidad, el precio de una cosa es algo totalmente subjetivo y no existe un justo precio que pueda ser establecido de forma objetiva.

Además, la regla de la lesión enorme encierra un trato discriminatorio. La regla pone al vendedor en una mejor posición que al comprador. Si el justo precio de la cosa se determina en 100.000, al vendedor se le permite invocar la lesión enorme cuando ha sufrido un perjuicio de más de 50.000 (más de la mitad del justo precio), mientras que al comprador solo se le permite invocar la lesión enorme cuando ha sufrido un perjuicio de más de 100.000 (más del doble del justo precio).

Una posible explicación de la lesión enorme es la de brindar protección a un contratante inexperto frente a una contraparte avezada e inescrupulosa. Pero esta es una muy mala explicación. La lesión enorme puede terminar siendo contraproducente para ese que se busca proteger. Supongamos que el vendedor de la casa de 100.000 necesita el dinero urgentemente porque tiene que usarlo para costear la operación de una hija. Recibe la oferta de 49.000 y la toma, no porque sea tonto, sino porque necesita el dinero hoy y no tiene tiempo de buscar mejores ofertas. Si la ley va a darle la oportunidad de desconocer el contrato, nadie va a querer contratar con él. No vende la casa, no recibe el precio y la hija se muere sin ser operada.

La lesión enorme es una regla que se apoya en una premisa falsa, discrimina injustificadamente y daña a quien busca proteger. (O)

*Profesor de Derecho.