Pensemos en el mensaje del escritor George Orwell, en su libro Rebelión de la granja, 1945, satírico, acerca de un grupo de animales en una granja que aprovechan la falta de educación que han tenido otros animales, para manipularlos; su crítica va hacia la perversión del ideal. Esto se puede extrapolar a lo que está sucediendo en Nicaragua: ¿cuál es el propósito de la vida?, ¿cuál es nuestra censura moral ante cualquier forma de opresión o discriminación?, ¿somos capaces de enfrentar la corrupción de dirigentes políticos, la desidia de las élites, la codicia, el egoísmo como principio rector de las acciones, la indiferencia de los poderosos hacia los indefensos; con la revolución de la bondad?
La compasión y el altruismo con los demás seres vivos debe ser nuestro destino final. Si sentimos una auténtica preocupación por los demás, debemos apoyar a los que no tienen voz en Masaya, Nicaragua; estaríamos liberándonos de la indiferencia mundial. Si cultivamos una actitud compasiva podremos ser más altruistas. Que todo lo que pensemos, digamos o hagamos no dañe a ningún ser viviente y ayude a todos ellos. La obra de Orwell nos hace reflexionar la manera en que la codicia y el ansia de poder que se ejerce a través de la violencia y el totalitarismo contra el propio pueblo, corrompen las utopías de libertad y progreso. Proponemos propuestas constructivas, la no violencia que guiaba a Gandhi en la lucha por la independencia de India, no apoyarse en el poder de las armas para solucionar los problemas. El uso de la fuerza y la violencia son estrategias que pueden “triunfar” en el corto plazo, pero ese “triunfo” es efímero. En el largo plazo, el poder de la verdad, la honestidad, es mucho más fuerte que el poder de las armas. Los dictadores confían en el poder de las armas porque utilizan el miedo para atemorizar. La guerra, violencia, no crean un mundo mejor. El pueblo de Masaya y los estudiantes de la Universidad autónoma de Managua deben ser ejemplos de resistencia contra la tiranía en Nicaragua.(O)
Jaime Galo Benites Solís, doctor, Guayaquil