Siendo ministro de Defensa en el gobierno del Dr. Alfredo Palacio, el general Oswaldo Jarrín declaró a radio Democracia: “Los habitantes de las comunidades que reclaman atención del Estado han recurrido al chantaje, la coacción, al secuestro… el desorden de las comunidades ha llegado a un clímax, por lo que vamos a tener necesidad de un poder exterior para controlar la paz y el orden”. ¿Se refería a las fuerzas de paz de la ONU? No lo dijo, no es competencia de dicha organización actuar en tales circunstancias y en el contexto de la conducta del funcionario que maltrata a las comunidades, parece haber sido a otro poder exterior que aludía, como veremos.

En el 2010, por considerar de interés público legítimo, cinco prestigiosos diarios mundiales difundieron 251.287 cables cruzados entre el departamento de Estado de los EE.UU. de América y sus embajadas en muchos países, que contienen información que revela cuánto el Gobierno estadounidense mete sus narices en los asuntos internos de otros estados.

En las siguientes comunicaciones de la embajadora estadounidense se advierte la cercanía de ese régimen con el general Jarrín cuando ocupó el mencionado cargo:

Del 11 de enero de 2006, en el que relata haber expresado al ministro la preocupación de su Gobierno por la afirmación del régimen ecuatoriano de que el glifosato es inseguro, por lo que pretendía que se suspenda la fumigación aérea. Jarrín respondió que en la reunión que pronto celebraría con su homólogo colombiano, no trataría el tema. La embajadora seguramente aliviada escribió a sus superiores: “Nos alienta saber que evitará el asunto problemático de las fumigaciones”. Los perjudicados fueron los moradores de la frontera con Colombia, por la afectación a su salud, por las muertes ocurridas de personas y animales, por la destrucción de sus cultivos de subsistencia, por los daños al entorno natural. Desde 1984 dicho país sabía de las consecuencias que provocarían las aspersiones aéreas contra los sembríos ilícitos en su suelo, pero desde el 2000, en el marco del Plan Colombia, empezó a fumigar, en perjuicio de sus propios habitantes fronterizos y de los nuestros.

Del 17 de marzo de 2006, en el que narra haber alentado a Jarrín a que con profesionalismo enfrenten los militares las protestas contra el Tratado de Libre Comercio que ambos países querían celebrar. El ministro sintió la obligación de contar a la embajadora que hablaría con su jefe al respecto.

Del 2 de agosto de 2006, en el que refiere que el general declaró públicamente que había viajado a los EE.UU. para presionar a dos altos funcionarios a que su Gobierno celebre con el nuestro un acuerdo de exención de la responsabilidad penal a favor de sus militares –como podía haber beneficiado a los que operaban en la base de Manta–, autoridades políticas y ciudadanos, con cargos de crímenes tipificados en el Estatuto de Roma que creó la Corte Penal Internacional y aumente la asistencia militar a Ecuador. Acuerdo que han firmado decenas de países a cambio de prebendas ofrecidas por el régimen estadounidense, con los cuales inutilizan a ese alto tribunal de justicia, al que contribuyeron a fundar paradójicamente. No era pues necesaria la gestión en tal sentido de un oficial de dicho país, para eso estaba el ministro.

En el 2010, por considerar de interés público legítimo, cinco prestigiosos diarios mundiales difundieron 251.287 cables cruzados entre el departamento de Estado de los EE.UU. de América y sus embajadas en muchos países...

Del 28 de agosto de 2006, en el que hace saber que los esfuerzos del ministro de focalizar la política hacia la amenaza de la seguridad respaldan los objetivos del Gobierno de EE.UU. de controlar el narcoterrorismo en la región. Y que han financiado su Libro Blanco, en el que expone la política de Estado que debe primar en su área. ¡Cuánta generosidad!

Del 30 de agosto de 2006, en el que comunica que Jarrín ha renunciado, que militares próximos a él les han manifestado las discrepancias que tuvo con el presidente. ¡Cuán activa la embajada, que trata inclusive con ellos! Agrega que alentarán al nuevo ministro a seguir el mismo camino.

Del 22 de enero de 2007, en el que reporta que se reunió con el exministro Jarrín en la residencia de ella –¡cuánta confianza!– para conocer su opinión sobre la ministra de Defensa de entonces y sus primeras acciones. Añade que el general permanece cerca de los líderes militares actuales, proporcionándoles una visión bien informada sobre la institución.

El actual ministro de Defensa en ese entonces se mostraba muy cercano a los EE.UU. “Jarrín es un conservador de línea dura y propenso al análisis alarmista”, dice la embajadora.

En otro cable, del 15 de septiembre de 2006, expresa la embajadora que el canciller Francisco Carrión le confesó que a veces encuentra difícil y frustrante tratar con el presidente Palacio. ¿A quién le debía lealtad nuestro actual embajador en los EE.UU.?

La Corte Suprema de Gran Bretaña ha admitido como prueba en juicio los cables. Como probablemente ya no hay más, no sabremos de las andanzas externas en contubernio con las internas. ¿Qué intereses defienden? (O)