El calificativo de ingenua a la propuesta ecuatoriana de pedir que se realice en Venezuela una consulta popular para determinar si las votaciones en las que se reeligió a Maduro como presidente fueron o no válidas, no es mío, pertenece al canciller Valencia cuando, al defenderla, dice que no es ingenua. Excusa no pedida, acusación manifiesta, decían los romanos.

El 5 de junio pasado, en la Organización de los Estados Americanos (OEA) 19 países votaron a favor de una resolución en la que se desconoció la reelección de Maduro. Ecuador y Nicaragua se abstuvieron de votar. Esa misma noche, el presidente Moreno, a través de las redes sociales, propuso una consulta popular en Venezuela para que la ciudadanía refrende o desconozca el resultado de las elecciones. Esa propuesta no ha sido recogida, peor aceptada, por país alguno, y ha sido rechazada expresamente por Venezuela. Su canciller expresó que “en la propuesta de Ecuador hay un desconocimiento profundo de la Constitución venezolana”. El Gobierno ecuatoriano se balancea en la cuerda floja, no apoya claramente a nadie. Su propuesta la utiliza como escudo cuando lo presionan de un lado o del otro. Así lo acaba de hacer cuando lo visitó el vicepresidente de los Estados Unidos para pedirle cooperar en el aislamiento a Maduro. El presidente electo de Colombia dice que van a “acorralar” a Maduro. Los países vecinos de Venezuela reciben diariamente miles de refugiados venezolanos: a Colombia ya han ingresado más de un millón, y ya han pasado más de cien mil a Ecuador; Brasil tiene un problema similar al de Colombia. Todos saben que ese éxodo continuará mientras Maduro esté en el poder. ¿Cuál es la razón para que el Gobierno ecuatoriano siga apoyándolo? El respaldar a las dictaduras sanguinarias que gobiernan bárbaramente a Venezuela y Nicaragua le desprestigia al Ecuador. Uno no puede dejar de preguntarse: ¿Qué compromisos adquirió el Ecuador a cambio del apoyo para la presidencia de la ONU de la excanciller Espinosa? La política nociva de Espinosa de apoyo a Venezuela y Nicaragua no ha variado con el nuevo canciller; tampoco la de protección a Assange; no se ha revocado o anulado la nacionalidad ecuatoriana que ilegalmente ella le concedió.

El respaldar a las dictaduras sanguinarias que gobiernan bárbaramente a Venezuela y Nicaragua le desprestigia al Ecuador. Uno no puede dejar de preguntarse: ¿Qué compromisos adquirió el Ecuador a cambio del apoyo para la presidencia de la ONU de la excanciller Espinosa?

Todo aquello que quiso construir Chávez se deshace. En estos meses, le tocó el turno a la Unasur. Seis de los doce miembros suspendieron su participación en él y dejaron de aportar económicamente. Hoy, el presidente electo de Colombia pide su extinción y el fortalecimiento de la OEA.

En el asunto de Maduro no cabe neutralidad, peor apoyo. Maduro está acorralado y Ecuador, si sigue apoyándolo, quedará aislado. Para desencanto de Maduro, de la campaña del nuevo presidente de México se ha declarado que “El Plan de López Obrador no tiene que ver con lo que sucede en Venezuela” (NTN 24). La tesis última del presidente Moreno de una mediación en Venezuela del secretario general de la ONU no prosperará porque será interpretada como una maniobra para sacar el conflicto de la competencia de la OEA. El Gobierno ecuatoriano debe rectificar y pedir elecciones libres en Venezuela. Se lo exige el interés nacional.(O)