La actuación de Francisco actualiza una de las expresiones de la fidelidad del primer papa a Cristo. Pedro no buscó quedar bien; dio ejemplo de una fidelidad de persona consciente y libre, expresando el propio parecer, aunque no coincida con el del jefe, quien tiene la última palabra.

En la fiesta de san Pedro, el primer papa, extraigo de los Evangelios y de los Hechos de los Apóstoles la identidad de Francisco, su sucesor, empeñado en confirmar a sus hermanos obispos de Chile en la fe y en su servicio a los fieles a ellos confiados.

Jesús eligió a Pedro como cabeza de los otros apóstoles, con la tarea de cuidar su fe y su mutua comprensión y ayuda. En esta elección Jesús señaló y señala criterios para elegir a colaboradores y confiar en ellos.

Jesús miraba en Pedro al hombre, sencillo pescador con dotes de mando. Hombre débil, impulsivo y sincero a la vez. Débil: negó al Maestro ante una empleada, pero estaba dispuesto a aceptar el querer de Cristo; resuelto a acompañarlo hasta la muerte. No buscaba quedar bien y “hacer carrera”, como la buscaba para sus hijos la mujer de Zebedeo.

Pedro quería servir. A riesgo de quedar mal, expresó libremente una opinión contraria a la de Cristo, dispuesto a aceptar su decisión. Pedro aceptó con sencillez la corrección que le hizo Pablo, su hermano apóstol.

Jesús escogió a Pedro, con sus virtudes y defectos, como apóstol y como cabeza de los otros apóstoles. Pedro negó conocer a Jesús. Jesús le encargó: “Una vez convertido, confirma a tus hermanos” en la fe y en la mutua ayuda. El requisito para cumplir el encargo es amarlo cada día más. Por tres veces le pide amarlo y amarlo más que sus hermanos.

Sabiendo que Pedro ni sus hermanos apóstoles eran perfectos, Jesús les prometió que les asistirá con su luz y con su fuerza hasta el fin de los tiempos. Una condición: la de reconocer sus limitaciones, abiertos a recibir su ayuda.

Jesús nos señala el amor creciente de un Pedro arrepentido, como sendero de la formación al sacerdocio ministerial.

Para consagrar a un joven como sacerdote, hay que mirar con atención siempre mayor su conocimiento del hombre y de Dios; y con mayor cuidado un creciente amor al hombre en el mundo en permanente cambio. Dios y el mundo exigen formación permanente. La comunidad cristiana debe acompañar a quienes se forman en el seminario.

Al Seminario Mayor de Portoviejo lo puse bajo el nombre y protección de san Pedro. En un tallado en madera se ve a Pedro, con las llaves, signo del poder recibido de Cristo; se lo ve también con el gallo, que cantó en la hora en que negaba al Maestro.

Francisco, en su encargo de Pedro, y los obispos chilenos están empeñados en servir a todos, especialmente a los desprotegidos, aun a riesgo de que abusen de la apertura a la verdad y a la justicia, reclamándolas con diafanidad, difícilmente controlable, después de muchísimos años de retardo de los solicitantes. (O)