Una tarea de la Iglesia, prolongación del Hijo de Dios, que se hizo hombre, es cultivar la dignidad de la persona humana, cuerpo y espíritu inmortal, que construye su presente y su futuro libre y responsablemente en una comunidad.

La ciencia señala la unión sexual de varón y mujer como origen biológico normal de la vida.

La moral cristiana afirma que esa unión –a diferencia de la unión sexual de animales irracionales– es un gesto de donación mutua, consciente, libre, responsable; es una colaboración con Dios, creador de un yo. La unión sexual, reducida a un yo te uso, tú me usas, deja de ser signo de amor, fuente de vida.

Ese yo indefenso se inicia en un determinado momento de gestación del óvulo fecundado; su desarrollo depende de que la madre conozca y acepte que lleva en su seno un yo humano, no un tumor.

La moralidad cristiana orienta a respetar la vida humana. La ciencia determina dónde está la vida humana, su inicio biológico, su desarrollo; señala también los actos, con los que se la mata. La moral cristiana no prescinde de los conocimientos científicos. La ciencia afirma que aborto es muerte; la moral afirma que matar a inocentes directa y voluntariamente es crimen. (Un crimen no es “progreso”).

Paulo VI como Pío XI, Juan XXIII, formó una comisión, una de 64 científicos y teólogos, para que le ofrezcan una base actualizada de un documento doctrinal que robustezca el valor radical de la unión de varón y mujer como origen biológico de la vida.

Este estudio, prolongado durante dos años, le sirvió para redactar la encíclica Humanae Vitae, publicada el 25 de julio de 1968.

Humanae Vitae enseña que la unión sexual es una expresión de amor; que este amor es fecundo, si no en hijos, su expresión primera, en una apertura a servir. Humanae Vitae intenta frenar la descomposición de una raíz de la humanidad.

La exigencia de responsabilidad es indiscutible: responsabilidad en relación al cónyuge (salud…), a la familia (hijos ya nacidos, capacidad de educar…), a la sociedad, en la que la familia vive hoy. Hay pueblos-naciones que se están envejeciendo por falta de natalidad. Falta natalidad por una cultura de encerramiento en mi hoy y mi comodidad.

La responsabilidad está unida a métodos de regulación: unos métodos (los anticonceptivos) impiden la concepción; otros (los contraceptivos) impiden el desarrollo de la concepción. Unos métodos son naturales, otros artificiales.

Los llamados métodos naturales, basados en los periodos femeninos de fertilidad, exigen estudio psicológico, biológico y medios técnicos para conocerlos y practicarlos.

Los medios artificiales exigen respetar sus implicaciones, especialmente en torno a la vida concebida.

Paulo VI reitera que la transmisión de la vida es una función, en la que los esposos colaboran libre y responsablemente con Dios creador.

Los dogmas cristianos son pocos, se pueden contar con los dedos de la mano. La Palabra de Dios es gradualmente asimilada en la historia con ayuda de las ciencias. Aun los pocos dogmas pueden cambiar, por supuesto no en su contenido, pero sí en una formulación más asequible. (O)