Existen muchos participantes en la agricultura, en agua, suelo, planta, comercialización, etcétera; todos se interrelacionan de varias formas; cuando entra un factor de desequilibrio se producen alteraciones que son difíciles de solucionar. Hace poco me consultaron sobre cómo mejorar la situación agrícola en el país, mi respuesta fue que los políticos se mantengan alejados.

Sin políticos son varias las historias de éxito en el campo ecuatoriano con banano, cacao, flores, camarones, teca, palma africana, etcétera. Se podrán emitir críticas al respecto, pero lo cierto es que estas actividades generan empleo, divisas y mantienen dinámica nuestra economía. En este contexto el papel del ingeniero agrónomo es clave, es un puente entre el operario agrícola y el productor, es también investigador, capacitador, aplica la ciencia aprendida en la universidad. No es buen político el agrónomo, pocos han sido ministros de Agricultura, pero su fuerte está en otro lado: en el campo. Más allá de lo fútil que fue la década pasada queriendo “transformarnos” en un emporio tecnológico, el ingeniero agrónomo ha sobrevivido a muchos embates contra la agricultura; pero ahí va con la ciencia en el cerebro y con el corazón en el campo. Mañana 21 de junio celebraremos el día del ingeniero agrónomo.(O)

Jorge Fernando Coronel Lytuma, ingeniero agrónomo, San José de Costa Rica