Siempre he sido muy curiosa, me ha gustado saber el porqué, cómo, cuándo y dónde, de todo. La sensación de que alguien me mienta, me diga una verdad a medias o simplemente no me dé una respuesta me ha parecido una total falta de respeto. No me acuerdo haber pecado de falta de respuesta con mis hijas, porque odio también el sí porque sí o el no porque no. Seguramente habré pecado de exceso de explicaciones, eso no lo dudo.

Que los consumidores somos la última rueda del coche, en este país, es una verdad que no necesita demostración. Las veces que al comprar algo nos ven la cara de pendejos han hecho que muchos perdamos la confianza, compremos con miedo, a sabiendas de que vamos a salir mal parados, de que tenemos las de perder.

Desde hace un par de meses, mi marido y yo planeamos ir a Guayaquil a mediados de junio. ¿El motivo? Festejar los cumpleaños de mi hermana y mi sobrina, celebrar el Día del Padre y gozar de la compañía del sobrino nieto. Con tiempo lo planeamos, compramos los pasajes en una aerolínea que no es de bandera ecuatoriana y nos preparamos con ilusión para el viaje. Me muero de ganas de ir a Guayaquil, le dije a mi marido el viernes anterior. Cuándo no, si Guayaquil te encanta, respondió él, pero al otro día nos quedamos con los churos hechos.

Llegamos hasta la puerta de embarque cuando nos dijeron que el vuelo estaba retrasado y que en una hora nos darían alguna información al respecto. Fuimos a esperar viendo el fútbol, ni él ni yo oímos nada, pero vimos que los pasajeros salían. Revisamos la pantalla y el vuelo había sido cancelado. ¿Por qué? Porque se canceló fue la inteligente respuesta. Pero puede pedir que le devuelvan su dinero. Pero ¿por qué se canceló?... No sabe, no contesta.

Como dije antes, a mí la falta de respuesta me saca de quicio, la falta de respeto de ese silencio es enervante, especialmente por tratarse de una aerolínea. ¿Cuántas veces hemos perdido el valor total del pasaje porque no pudimos viajar en la fecha prevista? La tarifa no aplica cambios, suele ser la respuesta. ¿Cuánto tenemos que pagar para hacer algún cambio? Muchas veces valores más altos que el propio pasaje. ¿Y las veces que los equipajes no llegan? Nos vemos obligados a comprar ropa, y no nos reconocen ni siquiera lo que gastamos en un calzonario y un cepillo de dientes.

De todas formas pedí la devolución del dinero a través del portal de la compañía, su pedido se ha procesado con éxito y su dinero (sin impuestos) será devuelto entre 15 y 45 días. ¿Y el valor de los taxis hacia y desde Tababela? ¿Y el hotel de nuestros perros Magoo y Jacx, nos lo van a devolver?

Nunca sabremos por qué se suspendió el vuelo, el mal sabor, la sensación de que nos vieron la cara y la frustración se nos pasará rápido. Pronto estaremos listos a que nuevamente nos maltraten e irrespeten, porque así vivimos los ecuatorianos, de maltrato, en maltrato. (O)