Un cuadro: No conozco otra realidad más repetida y ampliamente comunicada que el encubrimiento por parte de un obispo chileno de crímenes de pedofilia cometidos por un sacerdote católico. Descubierto, este crimen sirvió como hilo conductor a otros abusos.

Francisco, sucesor del apóstol Pedro, encargado por Jesús de confirmar a sus hermanos, dio ejemplo de diafanidad en el apoyo a la fe de sus hermanos obispos de Chile.

Por primera vez en la historia todo un episcopado acudió a Roma a examinar el hecho, sus causas y consecuencias, para adoptar correctivos que renueven la historia de servicios que el episcopado chileno escribió antes y después del Concilio Vaticano II.

Imposible trazar un cuadro de mayor diafanidad: el representante máximo de una comunidad universal dio ejemplo de humilde servicio a la verdad.

La Iglesia fue fundada por Cristo para servir, no para servirse. El primero es el servicio a la verdad.

Algunas centrales de información rehúyen la diafanidad, tendiendo pequeños velos en el amplio panorama iluminado por Francisco. Las medias verdades (que no deben de ser descuidadas por ser verdades a medias) ciertamente oscurecen el sendero testimonial de la Iglesia católica. Repitiendo lo mismo una y otra vez pretenden no tanto informar, cuanto escandalizar y difamar.

Otro cuadro: Una carta escrita desde Angola por el sacerdote Martín Lazarte a “hermanos y hermanas periodistas” expone una de miles realidades que algunos medios de comunicación ocultan para sumarse al concierto de difamación.

“Desde hace 20 años vivo en Angola, feliz como sacerdote. Veo en muchos medios de información la ampliación del tema pedofilia en forma morbosa. Aparece un sacerdote de USA ¡de la década del 70!; otro de Australia ¡de los años 80!

“Ciertamente todo es condenable. Hay publicaciones llenas de preconceptos y hasta de odio. Siento un grande dolor por el profundo mal que personas, que deberían ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes. No hay duda de que la Iglesia no puede estar sino del lado de los débiles.

“Pero es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de sacerdotes que se consumen por millones de niños, por los adolescentes y los más desfavorecidos en los cuatro ángulos del mundo.

“A su medio de información no interesa que yo –como tantos y tantos sacerdotes– haya tenido que transportar a niños por caminos minados desde Cangumbe a Lwena, pues el Gobierno se desentendía y las ONG no estaban autorizadas. Hemos tenido que enterrar decenas de pequeños entre los desplazados de guerra”.

Los cuadros separados expresan medias verdades. La verdad a medias es más nociva que una mentira.

Valores humanos han decaído: -El amor ha perdido su identidad de donación y vida. -El sexo se ha reducido a un “bien” de consumo. -Quien dice haber tenido fe afirma teatralmente haberla perdido.

En páginas de la historia se relatan desviaciones sexuales similares a las actuales, en el periodo de decadencia del Imperio romano. Entonces fueron perseguidos los cristianos, que se esforzaban en afirmar vitalmente que amor es donación y vida.

(O)