Los medios de comunicación nos han dado un servicio; unos pocos han expresado abusos del clero cansinamente, con aparente odio reprimido. Unos los miran en su contexto; otros los generalizan, con sombras de odio reprimido. Bien el hacerlos conocer, pero no para difuminar los propios errores.

Más que opiniones expongo datos objetivos acerca de innegables abusos.

La realidad sexual se expresa en el plano biológico; en el espiritual, la relación con Dios; en el plano externo a los dos sexos.

La realidad sexual en los diversos credos ha sido mirada, desde siempre, como cercana a Dios, quien creó la humanidad como comunidad, normalmente formada por un varón y una mujer.

En los credos religiosos la unión sexual de varón y mujer, siendo expresión de amor, fuente de vida, tiene un grande valor humano.

Como Abel, quien, reconociendo el señorío de Dios, le ofrece su mejor oveja, el sacerdote ofrece la expresión sexual del amor. En varias religiones sacerdotes y algunas jóvenes, las “vírgenes del sol”, consagran a Dios el celibato.

La fe cristiana, camino de seguimiento a Cristo, aconseja –no impone– a los ministros de culto el celibato, para que se dediquen en cuerpo y alma al servicio de Dios y de los hombres.

Las confesiones cristianas no católicas están servidas, también, por ministros casados.

Señalo con respeto que los problemas sexuales de algunos de sus ministros son mayores.

La Iglesia católica desde el Concilio de Elvira (años 300-324) establece el celibato para los que, después de una larga preparación, acepten consagrar a Dios la expresión sexual del amor. Quien no tenga y no valore la inclinación sexual por la mujer no debe ser aceptado al ministerio sacerdotal. No se consagraría a Dios en cuerpo y alma, para servir a hombres y mujeres.

El estudio publicado por Charol Shakeshapt en The Economist nos enseña cuál es la realidad:

1) El 60% de los abusos se realiza en el entorno familiar. 2) Según Philip Jenkins, de Pensilvania State University, el 3% del clero católico de EE.UU. tiene tendencia a abusar de menores. 3) El 0,3% sería pederasta comprobado. 4) Según estudios recientes en Austria, los abusos comprobados en instituciones cercanas a la Iglesia católica son 17; en otras instituciones, 510.

Para llegar a juzgar y construir es necesario: 1) Afirmar que la Iglesia somos todos los bautizados, no solo los clérigos. 2) Constatar que quienes más se quejan menos ayudan. 3) Tocar y abrir las heridas han debilitado nuestra suficiencia clerical, disponiéndonos a un encuentro cercano y humilde con hombres y mujeres de buena voluntad. 4) Urgir una formación más honda y permanente del clero, radicada en una estrecha unión con Cristo y con la humanidad doliente. 5) No admitir al sacerdocio a varones sin clara inclinación sexual. 6) El aporte de la mujer en la formación: Francisco señala a María Magdalena como apóstol. 7) La formación del clero para ofrecer la mejor oveja es tarea permanente de todos: obispo, presbíteros, religiosas, seglares, en torno un equipo abierto de maestros testigos de seguimiento a Cristo, camino, verdad y vida.

(O)