Los principales méritos de Lenín Moreno, en su primer año de gobierno, han sido la tolerancia y viabilizar la transparencia de lo que se hizo antes y en su gobierno.

El antecesor fue intolerante. A su servicio, se multiplicaron los esbirros. En su tiempo, se armó el tejido que viabilizó el secretismo y las mañoserías en la información y en la contratación pública, que se desbordaron en la corrupción.

La asfixia del sucesor

Ante la certeza del antecesor de que no podía triunfar para presidente el 2017, porque no tendría los votos, aun cuando él siga haciendo alarde de “…yo me habría lanzado a la reelección y hubiera ganado en primera vuelta”, el único candidato posible de Alianza PAIS –el 2016– era Lenín Moreno y lo fue.

Sea el sucesor Lasso, sea Moreno, Correa montó escenarios de asfixia.

Ante la opción de Lasso, armó un sistema de distribución de escaños que le asegurara la mayoría legislativa, que siempre lo trabe, a más del alineamiento a su servicio de las entidades de control y la función judicial.

Para la opción de Moreno, Correa manejaría el tinglado de la Asamblea, las autoridades de control y la Función Judicial; y, además, le impuso a Moreno el vicepresidente.

Correa repetía “…Moreno es una persona sin convicciones”. Lo sigue diciendo.

Moreno lo sabía

Sus alternativas eran, o no ser candidato, o bronquear en plena campaña, o librarse del riesgo de asfixia, de darse las condiciones, ya en el poder.

Optó por la tercera.

Parte forzado por la petulancia de Correa, en aquello de que dejaba “la mesa servida”, cuando lo que dejaba era “la mesa arrasada”.

Parte por los afanes de Correa de que Moreno continúe con la práctica de él, de que, si una alcantarilla explotaba, el gobernante era el primer protector de los indiciados, saliendo en su defensa, visitándolos, justificándolos, enviándoles mensajes, facilitando que salgan del Ecuador. Los casos de Raúl Carrión, Pedro Delgado, Pareja Yannuzzelli, Alecksey Mosquera, entre otros, lo evidenciaron. Después tomaba distancia. Moreno no se allanó a esa práctica.

La Consulta, de febrero del 2018, viabilizó la evaluación de quienes en la década del correato fueron designados en las entidades de control, en la fiscalía y en la función judicial, y su eventual reemplazo, contando con la acertada designación del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social transitorio y su actuación.

Las tareas pendientes

Son muchas, sería irracional exigirle al presidente que las ejecute o satisfaga a plenitud en semanas o meses, pero en todas se puede trabajar hacia soluciones.

1.- Profundizar la transparencia. Nada beneficia al Gobierno callar o echar tierra sobre la verdad.

De todo lo que no evidencie Moreno, será visto como corresponsable con el correato.

En deudas, todas deben incluirse, pero escalonando su posible pago, entre el corto, el mediano y el largo plazo, o con títulos negociables.

Hay que verificar que realmente existen las deudas, luego preparar la liquidación o el finiquito con un plan de pagos. Ahí están fondos de cesantía de maestros y otros servidores públicos, entre otros rubros, y las deudas con proveedores de bienes y servicios. El tonteo y la incertidumbre deben sustituirse –falta hacerlo– por una adecuada programación de pagos.

Bien que en los casos de la Junta de Beneficencia y Solca, el IESS, con una administración responsable, les ha entregado anticipos, pero también requieren abonos, por lo pasado, esas entidades y otros prestadores de salud.

2.- Reestructurar los tiempos de exigibilidad y las condiciones de la deuda pública. Hay múltiples alternativas en las que se puede trabajar.

3.- No perdonar la corrupción. Ahí, los casos de la contratación pública direccionada, sin considerar prioridades, las que se sustituyeron por las vanidades del gobernante, como en los casos de las plataformas gubernamentales y otras obras públicas, y a precios que se multiplicaron.

Ahí también están las llamadas preventas de petróleo, para –a pretexto de prepagos, que realmente eran créditos con intereses y caros– direccionar el petróleo a intermediarios, sin concursos ni búsqueda de mejores precios, con cláusulas reservadas en cuanto a responsabilidad contingente del Estado, sometiéndose a arbitrajes en Londres, cuando el art. 422 de la Constitución del 2008 lo prohibía.

Y son formas de perdonar no perseguir recuperar los volúmenes de perjuicios que causó el correato. ¿Qué se está haciendo al respecto?

4.- No hay que olvidar los saqueos al IESS y al Banco Central del Ecuador, privándoles de recursos y activos. Un exministro llegó a decir que el gobernante solo actuó como lo hace un marido que toma los recursos de su cónyuge y después “verán como se arreglan”. ¡Qué cosa!

En el caso del IESS, además se crearon prestaciones sin financiamiento.

Es esencial contar con estudios actuariales actualizados sobre la seguridad social en el Ecuador.

5.- La educación pública debe ser de calidad. En la década del correato, esta fue muy afectada, porque se entregó el gobierno de los planteles a quienes representaban argollas, algunas con sesgos de desviaciones que caen en lo penal. El pretexto: acabar con la Unión Nacional de Educadores, cuya existencia jurídica debe ser reconocida.

El cogobierno universitario también fue lesionado. La FEUE y otras organizaciones de estudiantes, de maestros y trabajadores tienen una lucha por delante.

6.- La salud preventiva y curativa debe ser oportuna. Hoy los riesgos de morbilidad y mortalidad son elevados al no darse aquello.

7.- Hay que incentivar la inversión, la generación de fuentes de trabajo, los programas de vivienda.

En fin, con tolerancia, transparencia, respeto y prioridades, hay que avanzar. (O)

El antecesor fue intolerante. A su servicio, se multiplicaron los esbirros. En su tiempo, se armó el tejido que viabilizó el secretismo y las mañoserías en la información y en la contratación pública, que se desbordaron en la corrupción.