Hoy la suerte nos acompaña en la ruleta petrolera. El WTI supera los USD 70 por barril, la mezcla de crudos nacionales estaría en USD 63.

Ruleta porque hay tantos factores en juego, que las proyecciones de precios son riesgosas. A fines de 2017, los optimistas decían que el WTI podría subir a USD 60 en 2018. Se quedaron cortos.

A mediados de 2014 la política saudita, hoy abandonada, de defender participación de mercado y quebrar a productores caros, tiró abajo los precios y se inflaron los inventarios de petróleo. Mientras hubiera mucho crudo almacenado, una recuperación del precio era imposible.

Arabia Saudita cambió de estrategia: desde enero 2017 busca reducir el exceso de inventario, bajando la producción por debajo de la demanda, para luego equilibrarla para que el precio se estabilice en algo menos que USD 60 para el WTI. La apoyan la OPEP y países no OPEP; destaca Rusia.

El motivo de equilibrio por debajo de USD 60 es que por sobre ese precio gran parte de la producción petrolera no convencional (esquistos) y costa fuera (Brasil) se torna rentable, y si se incorpora esta producción caería el precio.

La nueva política OPEP superó las expectativas. Los motivos:

-La economía mundial se recupera más de lo previsto, y con ello la demanda de petróleo es superior a lo anticipado.

-Venezuela está tan mal administrada, que a pesar de tener las mayores reservas petroleras del mundo, su producción cae en picada.

-Trump rompe el acuerdo con Irán, impone sanciones, y eso hará que caiga el volumen de petróleo que Irán aporta al mercado.

-Con el mayor precio la producción de esquistos crece fuertemente, pero como proviene de áreas no tradicionales, hay atrasos en la construcción de oleoductos para sacarla a Houston para refinar o embarcar.

El mercado prevé que la oferta de crudo de esquistos se incrementará gradualmente; habrá una creciente producción mundial y declinación del precio, que a mediados de 2020 caería por debajo de USD 60.

Puede ser peor. Es posible que Donald Trump destruya el andamiaje de comercio internacional vigente desde 1947, y que afianzó el liderazgo mundial de los EE.UU. Esto daría origen a una nueva etapa de autarquía, y causar una gran recesión, como la que se dio en los años treinta del siglo veinte, lo que secaría la demanda de petróleo y caería el precio.

Trump sigue una política comercial proteccionista; se propone imponer condiciones lesivas a sus socios comerciales: trabar importaciones de Canadá y México, socios del Nafta; sanciones a China; restricción a la importación de automóviles, que afecta sobre todo a Alemania y Japón.

La bolita puede caer en una casilla del color opuesto. China, Japón y Europa se podrían poner de acuerdo en eliminar la dominación del dólar, este colapsaría, y los precios del petróleo en dólares subirían. Ya Europa e Irán contemplan pactar las compras de crudo en euros.

UBS y Banco de América prevén que el petróleo volvería a USD 100.

Disfrutemos de nuestro momentáneo éxito en la ruleta, sin flaquear en la curación de nuestro crónico mal fiscal. Hay que reducir el inflado gasto público a niveles similares a los de nuestros vecinos. (O)