Sin perjuicio de reconocer un prudente distanciamiento de la posición oficial de los últimos años, se ha criticado el comunicado del Gobierno ecuatoriano respecto de las elecciones del pasado domingo en Venezuela, señalando que sugiere una posición tibia y ambigua, pues por una parte parecería reconocer los resultados electorales, mientras que por otra expresa su preocupación por la difícil situación que atraviesa el pueblo venezolano en los actuales momentos.

Resulta importante resaltar que en el comunicado oficial no se encuentra indicio alguno de admiración o respeto ante el proceso político venezolano, en contraposición a lo que, con absoluta seguridad, hubiese ocurrido en el anterior gobierno en similares circunstancias. Basta con revisar las cínicas declaraciones del expresidente Correa con motivo de su reciente visita a Caracas para comprobar la alineación descarriada en la cual se mantiene el arbitrio del exmandatario. La visión surreal que repite Correa respecto de Venezuela solo puede ser analizada desde el ángulo del fanatismo, reconociendo de esa forma el afrentoso sesgo de sus afirmaciones, a tal punto de haber insinuado la alta participación electoral cuando precisamente ocurrió lo contrario. En fin, lo de Correa es tan previsible que termina siendo una alegoría a la charlatanería.

En todo caso, el comunicado del actual gobierno reafirma una tesis de Derecho Internacional en el contexto de “la libre determinación de los pueblos y la no injerencia en asuntos internos de cada Estado”, posicionando dicho principio como un dogma supremo e irrefutable, cuando la realidad no necesariamente es esa, pues en la actualidad se argumenta que es posible invocar con rigor legal el principio del deber de injerencia el cual “invoca circunstancias excepcionales donde la población de un Estado estaría en una situación de peligro”. Ese deber de injerencia responde “a la necesidad de detener la violación sistemática y generalizada de los derechos humanos, las catástrofes humanitarias que se derivan de tales violaciones, así como la realización de crímenes internacionales”.

¿Debió el Gobierno ecuatoriano haber tomado una posición más contundente respecto de las turbias elecciones venezolanas? Posiblemente el rechazo que a muchos nos genera el bastardo gobierno venezolano impide mantener una opinión objetiva y desapasionada, sin embargo, considero que las circunstancias dramáticas por las que atraviesa la patria de Bolívar demandan un repudio sin contradicciones ni ambigüedades. Y eso no ocurrió. (O)