Para nosotros los entraditos en años que disfrutamos de una juventud sana y entusiasta por los deportes en las décadas de los 40, 50 y 60 vemos con nostalgia en la actualidad que ya están casi borrados de la memoria mucha disciplinas –excepto el fútbol profesional y otras– que hicieron vibrar a las juventudes.

Nos referimos a la cantidad de público que iba a ver el básquet que se practicó en el coliseo Huancavilca en noches de clásicos vibrantes como el de los equipos Athletic y Ferroviarios de Durán, con jugadores de talla internacional como Pablo Sandiford, etcétera; y luego en el inicio del coliseo cubierto (fue como el fin para seguir promocionando en masa este noble deporte) actuaron excelentes cultores como Chato Mejía. Igualmente el béisbol de los sábados en el Reed Park de La Atarazana, con estrellas como Yeyo Úraga, etcétera.

Nos viene a la memoria la pista atlética de la piscina Olímpica, fue testigo de las hazañas de Andrés Fernández Salvador en los cien metros planos, récord sudamericano; Jacinta Sandiford, campeona de salto alto y luego campeona panamericana en Argentina; Édgard Andrade (profesor e imbatible en salto alto), Carmen Matos, etcétera. Recordamos el ciclismo con el rutero Washington Moreno y el campeón de resistencia Hilario Cortez; el tenis de la gloriosa época de Pancho Segura, luego el gran Andrés Gómez, también hicieron época Olvera, Zuleta, Nicolás Lapentti; las pesas, del profesor Alberto Bayas...; el billar del maestro Galo Legarda; los saltos ornamentales y sus cultores como Elmo Suárez; y nuestra natación desde los Cuatro Mosqueteros y luego una pléyade de jóvenes destacados internacionalmente como el olímpico Jorge Delgado, etcétera.

Los grandes torneos interclubes, interbarriales e intercolegiales que organizaba la Federación del Guayas; las tribunas de la piscina Olímpica se llenaban totalmente de barras y aficionados entusiastas. Nos hacemos la pregunta: ¿por qué ha habido pérdida de afición en masa total, a estos maravillosos deportes beneficiosos para la salud física y mental de nuestros jóvenes?(O)

Alfredo Minervini Faillace,
Jubilado, Guayaquil