El Gobierno ha dado un giro inesperado en su entorno económico. Luego de vagar un año con el correísmo, se ha dado cuenta (?) de que es un camino sin futuro. Aparentemente ha decidido acelerar el paso, y emular en otros ámbitos lo hecho en 12 meses de política: descorreizar al país. Universidades, comunicación y economía.

Llega Richard Martínez, con la capacidad para hacer un excelente trabajo, enfrentando los serios desafíos que tenemos… aunque encontrará fuertes escollos internos y externos.

Uno, el tema fiscal que desequilibra la economía, y sin estabilidad no se puede caminar. Hay tres aristas atadas unas a otras: tamaño del Gobierno, déficit y endeudamiento. Se requiere un plan de 3 años para ajustar al Gobierno, pero debemos empezarlo ya. Como dice Augusto de la Torre, debemos seguir endeudándonos (cada vez menos, porque no se puede parar de un día para otro) pero con un mejor sendero como objetivo, lo nefasto era seguir haciendo más de lo mismo (con los ministros anteriores). Será necesario presentar un plan a la Asamblea que desbloquee la ilegalidad del endeudamiento al haber superado ya el techo legal. Obviamente hay también la estrategia fuerte: rebajar enseguida el tamaño del Estado, bajar impuestos y no volver a endeudarnos, no me parece lo más factible... aunque debemos estar conscientes de que la estrategia más lenta puede ser engañosa (se anuncian cambios y luego nada sucede). Cifras muy claras: el gasto público total supera el 35% del PIB, el déficit el 7% y la deuda el 60%, además, en muy malas condiciones y creciendo sin freno. Insostenible.

Dos, el entorno de inversión que está ligado a crecimiento, empleo y productividad. Hay muchos temas: bajar costos excesivos como electricidad o diésel, eliminar o modificar malos impuestos (ISD, aranceles excesivos, anticipo del impuesto a la renta), conservar solo los trámites sensatos, continuar negociando el acuerdo comercial con EE.UU., entrar a la Alianza del Pacífico, un marco laboral sano, etcétera. Cifras también claras: la inversión privada es 14% del PIB cuando el objetivo razonable es 20% (6.000 millones más cada año), mientras la población trabajadora crece en 150.000 personas al año y clama por mejores empleos.

Estos factores nos llevarían a un modelo más sensato, con un sector privado que empuja el crecimiento y el Gobierno cumpliendo sus objetivos (que existen y son importantes). Pero ojo, que el Ministerio esté ocupado por un líder empresarial, y que el empuje privado deba ser el sostén de la economía, no quiere decir crear regalos para los empresarios pequeños o grandes (algunos quizás se frotan las manos). Solo necesitan cosas sensatas y razonables: reglas claras, impuestos justos e iguales para personas y todo tipo de empresas, solo tramitología necesaria, contratos laborales simples pensados para buenos empresarios y buenos trabajadores, apertura al mundo con nuevos mercados, y competencia. Nada de eso son regalos. Y cuando se envíe una ley para mejorar la inversión debería tener 10 artículos que marquen esa ruta sensata… nada de cientos de páginas y artículos que solo reflejan intereses ocultos. ¡El Gobierno, hábilmente, ha lanzado un gran desafío al empresariado! (O)