Nunca lo conocí personalmente (a Max Berrú Carrión, músico ecuatoriano-chileno). Tampoco asistí a sus conciertos. Había escuchado y mirado sus videos en internet. Sabía que formó parte y fue miembro fundador de la agrupación musical chilena Inti-Illimani, y vivió exiliado 15 años en Italia durante el desgobierno del dictador Pinochet.
En septiembre del 2005 viajé en bus desde Loja hacia Perú, únicamente para visitar, de mochilero, Machu Picchu. Llegué hasta la fortaleza. En Cuzco una amiga me recomendó visitar Puno, muy cerca de allí contemplé emocionado la inmensidad del lago Titicaca, fue conmovedor navegar por el lago... Mi corazón aventurero me llevó hacia Bolivia, estando allá decidí viajar a Santiago de Chile. Mi viaje a Santiago coincidió con las fiestas patrias chilenas, el precio del pasaje se quintuplica; llegué a las 7 de la mañana, de la terminal caminé hasta un albergue que me sirvió para descansar, aliviar el peso de la mochila. Tenía que comunicarme con alguien. Me acordé de Max Berrú. No tenía su número, pedí una guía de teléfonos y encontré su apellido Berrú, muy lojano, de Cariamanga. Me respondió la voz madura de un señor. Era él. Le hablé que soy de Loja. Mi paisano, respondió emocionado. Le comenté que había llegado hace cuatro horas y estaba de paso. Me contó que tenía el restaurante Mitad del Mundo, así lo había bautizado para no olvidar la gastronomía ecuatoriana. Tan solo haber hablado con él, me demostró su calidad humana. Han transcurrido casi 13 años... Recuerdo esta anécdota porque el 1 de mayo de 2018 por los diarios del país me enteré de que nuestro Max Berrú había muerto, pero su canto nos acompañará siempre; sus canciones permanecen, trascienden.(O)
Diego Alejandro Gallegos Rojas, abogado, Loja