Cuando dos equipos, entusiastas y tensos, esperan que el árbitro señale que el partido ya comenzó, nunca olvidan que antes de ese momento hubo conversaciones, ensayos, entrenamientos y estrategias conducentes al éxito deseado. Nadie en sano juicio planifica cómo perder: el triunfo es la meta.

La próxima semana, el 24 de mayo, el presidente LMG cumplirá un año al frente de la conducción del país. No sé por qué me vino la idea que recién ese día se iniciará el partido: Gobierno vs. Caos organizado y que, en consecuencia, el pitazo inicial está por darse luego de un año de preparación, que es igual también, con un año de retraso. Fundamento mi presunción.

a. Concluye un año de preparación para el ‘clásico’, porque luego del pasado 24 de mayo nada estuvo claro, incluso el triunfo del binomio ganador. En este primer año se ha llegado a la certeza de que la administración pasada fue estructuralmente corrupta y que es indispensable deshacerse de tan oprobioso fardo. Hay que reconocer que el presidente LMG ha sido contundente en sus declaraciones y que la guerra a la corrupción tiene nombres y apellidos en la mira. Enfrentarse al movimiento político que lo proclamó ganador e injertar en la administración a colaboradores de otras tendencias políticas, desplazando a compañeros de su antigua bancada, debe ser el papel más ingrato para el presidente. El proceso iniciado requiere de continuidad y celeridad, a fuer de parecer o ser una farsa.

b. El espaldarazo dado por LMG al CPCCS-t es oportuno, valiente, contundente, necesario. “Moreno insistió en que la expresión en las urnas es sagrada, obligatoria y de inmediato cumplimiento y que nada ni nadie la puede cambiar”, así publicó la prensa. El Apocalipsis ya lo advirtió: “Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”. Parece que el presidente prefiere, al menos de labios afuera, dejar de ser tibio y tomar partido. No caben medias tintas, tampoco paños tibios. Un futuro libre de cadenas o seguir uncidos a un pasado forjado por maléficos engendros del poder, es el dilema.

c. Fue usual en los gobiernos democráticos, integrados con gente de pundonor e hidalguía, al término de sus funciones anuales presentar al presidente, voluntariamente, sin ser requeridas, las renuncias a sus funciones; era un gesto de delicadeza cuando el pundonor era una tradición. El presidente LMG tiene hoy la sartén por el mango y se halla ubicado en un alto podio de expectación ciudadana. Tiene en sus manos las renuncias de quienes conforman su gabinete de Estado, ciertamente, con la intención de escoger de entre los dieciséis millones de ecuatorianos a personas con los perfiles idóneos que requiere el Ecuador de estos días. Dado que LMG –hoy– es crítico acérrimo del pésimo manejo institucional del régimen presidido por RCD, mal puede pretender gobernar con los causantes de la debacle que vivimos. Si LMG ‘decidió hacer historia’, pues que suene el pitazo inicial; conoceremos entonces si es o no es ‘un supino farsante’, sabremos quién nos gobierna. ¡Seamos sus jueces implacables! (O)