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Las organizaciones que buscan obtener resultados “a toda costa”, verticales, con líderes carismáticos que no son cuestionados en lo absoluto y quienes solo reciben la admiración y reconocimiento de sus miembros; tienden a sufrir de una patología que Irving Janis, psicólogo en la universidad de Yale y Berkeley, llamó “Pensamiento de Grupo”.

Cuando se tiene Pensamiento de Grupo no se admite la crítica, las opiniones distintas son vistas como desleales, se manipula la información como forma de apoyo al líder, se ejerce presión sobre quien piensa diferente, se polarizan las conversaciones y los problemas se resuelven imponiendo las ideas o la decisión, en aras de una falsa armonía y en pos de un objetivo.

Esta discapacidad de pensamiento y toma de decisiones de los grupos ha estado presente en los directorios de empresas, en el seno de las familias, en los partidos políticos, en los gobiernos y en diversas organizaciones. Algunos eventos de impacto mundial, claros ejemplos del Pensamiento de Grupo, son la fallida invasión nazi a la Unión Soviética en 1941, el sorpresivo ataque a Pearl Harbor en 1941, la fallida invasión de Bahía de Cochinos en 1961, el accidente del Challenger en 1986 o debacles empresariales como la de Nokia en 2013.

Según Irving Janis, el Pensamiento de Grupo evidencia los siguientes síntomas: Visión de superioridad que los grupos tienen de sí, la ilusión creada de que el grupo como tal es invulnerable y no puede fracasar en su cometido, la cerrazón mental y el desprecio hacia otros y las presiones para mantener la uniformidad dentro del grupo.

Bien vale la pena usar la frase de Walter Lippmann, periodista y filósofo norteamericano, para describir ese fenómeno: “Cuando todos piensan igual, es porque ninguno está pensando”. Y es por ello que en estas circunstancias “quienes tienen Pensamiento de Grupo suelen no ver la realidad, no advertir los problemas a tiempo e incluso tomar decisiones en contra de su interés, de la organización a la que pertenecen y hasta de la sociedad en su conjunto”. Nosotros sabemos lo que es esto, lo hemos vivido en carne propia a nivel del país y hoy estamos viendo sus efectos.

Para eliminar el Pensamiento de Grupo es recomendable permitir a los miembros de grupos que manifiesten sus objeciones y sus preocupaciones, incorporar el pensamiento de personas distintas en los espacios de toma de decisión, fomentar espacios de discusión y debate con reglas claras, soportar y escuchar las críticas aunque no sean agradables, ver lo que están haciendo otros ante las mismas circunstancias, acudir a información imparcial y no sesgada, valorar de manera realista diferentes alternativas. También es conveniente que el líder reserve su opinión hasta después de que todos los miembros del equipo hayan opinado en una discusión grupal y que incluso los grupos sean evaluados de manera independiente por otros grupos distintos.

Es muy peligroso que algunos colectivos en el Ecuador se contagien de esta dinámica de pensar y decidir. En una sociedad donde esa patología predomina, se pierde lo valioso del pensamiento colectivo y la única resultante posible es un juego de suma cero en el que realmente todos pierden. (O)